Si le prestamos atención al póster de Ambulancia, la nueva película del director y productor Michael Bay, nos daremos cuenta de un detalle significativo: las letras “l” y “a” están con otro color, para que queden distinguidas las iniciales de Los Ángeles, la ciudad que será el escenario del filme protagonizado por Jake Gyllenhaal, Yahya Abdul-Mateen II y Eiza Gonzalez.
Michael Bay es consciente del lugar simbólico de Los Ángeles, cuya iconografía se construyó a través del cine de Hollywood, y sabe que el cine norteamericano de género tiene una historia tan vasta como aplastante, y que él tiene que ser un digno heredero de esa tradición de cine industrial.
Lo que Bay hace en Ambulancia, remake de una película danesa de 2005 dirigida por Laurits Munch-Petersen, es lo que mejor sabe hacer: una vertiginosa máquina de acción imparable. A Bay le basta un simple argumento para poner en movimiento un arsenal de efectos visuales y su talento para desplegar una puesta en escena hiperquinética, que marcha a toda velocidad al ritmo de sus característicos planos breves.
Will Sharp (Yahya Abdul-Mateen II), condecorado veterano de guerra, vive con su mujer y su bebé, y necesita dinero para solventar un problema urgente, situación que lo lleva a ver a su hermano adoptivo Danny (Jake Gyllenhaal) para pedirle plata. Danny se dedica a robar bancos y a los negocios turbios. Tiene a quién salir, ya que el padre de ambos fue un renombrado delincuente. Danny aprovecha la visita desesperada de su hermano para pedirle que lo ayude a robar un banco que cuenta con 32 millones de dólares. A Will no le queda otra y decide acompañarlo.
Como en toda heist movie (películas de grandes robos), el plan del atraco sale mal. Dos policías se acercan al banco. Uno de ellos quiere declararle su amor a una de las cajeras y se da cuenta de que están robando. Esto da pie a una sucesión de persecuciones, disparos y muertes. En la huida, Danny y Will secuestran una ambulancia y toman de rehén a Cam (Eiza Gonzalez), una paramédica, y al policía que entró al banco y que fue herido por Will.
Bay pone en marcha una sofisticada persecución que abarca toda la película, mientras nos pasea por algunos de los lugares más icónicos de Los Ángeles, como el famoso río de la ciudad, que fluye sobre un concreto de 60 kilómetros (lugar en el que se filmaron muchas películas).
La tradición de cine norteamericano más cine de acción urbano son los pilares de Ambulancia, que tiene un par de escenas dramáticas mecánicas que no aportan demasiado, pero que aun así logran allanar el terreno para que la ambulancia corra indetenible y cargada de espectacularidad.
Bay amasa una película de ritmo trepidante y se permite la dosis justa de emotividad, con peleas y discusiones que mantienen en ebullición el suspenso. Además, el director hace chistes con su propia filmografía, con diálogos que funcionan más como guiño para seguidores que como recursos egocéntricos.
En su homenaje bipartito al cine norteamericano, la icónica Los Ángeles y la acción balacérica de alto presupuesto le sirven a Bay para dar rienda suelta a un espectáculo de calidad garantizada. Bay demuestra, una vez más, que es uno de los grandes directores de acción.