Antes de sentarte a ver Ambulancia tenés que entender (y aceptar) que estás entrando al mundo de Michael Bay.
Un lugar donde su propio estilo se lo devoró a sí mismo y de esa manera arrastra a la audiencia a un sinsentido que te marea.
Bay fue uno de los abanderados de la parte “más industrial” de Hollywood hacia fines de los 90s y principios de los 2000s con películas tales como La Roca (1996), Armageddon (1998) o Pearl Harbor (2001). Pero fue luego de la saga Transformers en donde consolidó una forma de narrar cuasi putrefacta.
Y aunque ya no pueda hacer primeros planos de una cola de una actriz, mantiene el resto de sus vicios, pero redoblados. Por ello, Ambulancia es un film que ya vimos mil veces, la copia de la copia de Speed (1994) y sus derivados, pero con su filtro imposible de digerir.
Excelentes actores tales como son Jake Gyllenhaal y Yahya Abdul-Mateen II se ven “forzados” a la más pésima de las sobreactuaciones. Poco importa la suspensión de verosímil que propone el film porque no llega a dar la vuelta para convertirse en un placer culposo (si es que el término existe y/o se aplica aquí).
Ambulancia solo es apta para los que banquen la impronta del director. En mi caso, me resultó de lo peor que he visto en los últimos tiempos.