Llega a los cines la última película vendida bajo el sello del estudio 20th Century Fox antes de ser comprado por Disney, quien modificó el nombre a 20th Century Studios. Al ser el fin de «la era Fox» uno espera que cierre con broche de oro, sin embargo, dicha obra no estaba preparada para esto ya que se filmó tres años atrás, ¿estará a la altura de la situación?
Un grupo de científicos queda atrapado en una instalación submarina que se está inundando a gran velocidad como consecuencia de un sismo devastador. Su única oportunidad para sobrevivir es caminar a través del suelo marino hasta una lejana plataforma petrolífera abandonada. Además de los retos físicos que implica el viaje, descubren rápidamente que están siendo cazados por depredadores marinos míticos y monstruosos, dispuestos a matarlos.
El director William Eubank («La señal», 2014), al ser cinematógrafo, juega mucho con el movimiento de las cámaras (a veces demasiado), siendo esto lo más atrayente de la obra desde los primeros minutos de metraje en los que nos avasalla la tensión de este tipo de cine de terror-ciencia ficción, metiéndonos de lleno en el problema antes de poder si quiera acomodarnos bien en la butaca.
A su vez, el ambiente del fondo del mar se presenta como un espacio oscuro y perturbante que ayuda al CGI a mostrar las criaturas marinas de manera difusa y por lo tanto más realista por el hecho de encontrarse a más de 10 kilómetros de profundidad. Por último, también resuena la elección en pantalla de una tecnología retro a diferencia de la acostumbrada tecnología de última generación, ayudando al género a hacer de los escenarios puertas adentro más lúgubres y a los personajes más vulnerables a la dichosa amenaza.
A pesar de todo lo mencionado es imposible disfrazar el hecho de que esto se trata de «otra película de animales/criaturas que acosan a los protagonistas matándolos uno a uno». Este estilo de películas, escaso últimamente en Hollywood, fue explotado en la última década por estudios de menor presupuesto como SyFy dándole mala reputación, por lo que hace que el espectador sea reticente a darle una oportunidad al largometraje.
En este caso, «Amenaza en lo profundo» busca destacar en el género, asimilándose a joyas de esta índole como «Alien, el octavo pasajero» (1979), u otras obras de no tan alto perfil como la película de 1999 «Alerta en lo profundo». No obstante, esto le juega un poco en contra mostrando rápidamente la falta de originalidad tanto en las bases de este film como en los distintos giros de la trama haciéndola predecible desde temprano.
Entre el acotado reparto se encuentran las figuras de Kristen Stewart, quien se presenta como la protagonista fuerte femenina al estilo Ellen Ripley, pero un poco más sentimental y menos ruda, Vincent Cassel, como el capitán que se muestra centrado, pero esconde un lado vulnerable, y T. J. Miller («Deadpool», 2016) interpretando a T. J. Miller, con sus característicos chistes fuera de lugar para cortar la tensión del momento. Todos, dentro del típico grupo de personas con personalidades distintas bien definidas, representan sus papeles de manera estándar, mostrando performances ya vistas anteriormente en su filmografía, quizás a causa de las fallas en el guion que sólo se hace lucir en ocasiones con diálogos de concientización ambiental.
Para resumir, «Amenaza en lo Profundo» logra generar el clima de tensión deseado gracias a los distintos planos de cámara en conjunto a la ambientación de la profundidad de los mares, pero con personajes un poco más sentimentales de lo común y sustos predecibles que, junto con la trama, no sorprenden en ninguna situación y dejan una sensación de vacío para ser llenada con otra película de la cartelera.