Alien Diet
Siempre es una buena señal cuando un estudio demora el lanzamiento de su propia película 3 años. Amenaza en lo profundo (Underwater, 2020) fue hecha en 2017 bajo el sello de 20th Century Fox y recién ahora es estrenada por Disney como quien vacía el escritorio del empleado que acaba de echar. No es una despedida digna o memorable.
Ambientada en un laboratorio submarino a 12 km de profundidad, la película es esencialmente una fusión entre Alien, el octavo pasajero (Alien, 1979) y Aliens, el regreso (Aliens, 1986). Saca de ambas la estética, los personajes, el diseño sonoro, las situaciones y todo lo demás; algunas coincidencias son tan específicas que rayan el plagio. También comparte la fascinación del director James Cameron por las profundidades del océano, aunque en este caso no hay nada nuevo o excitante por descubrir, sólo viejos clichés que reflotar.
La “Ripley” de turno es Norah, una Kristen Stewart rapada y (casi siempre) semidesnuda. El guión le da dos monólogos al principio y al final de la película para pretender que algo fue desarrollado y la trama trató sobre algo. Pero de lo único que trata Amenaza en lo profundo es en qué orden y de qué forma muere el elenco. Casi ni reciben introducción y no importa. Los reconocemos inmediatamente: quién esconde algo, quién se va a sacrificar, quién es el eslabón débil, quién va a acaparar todos los chistes malos, etc.
La película comienza y en cuestión de minutos alcanza la intensidad de un excesivo tercer acto, completo con explosiones y cámara lenta. Habiendo prescindido de un primer acto y sin haber establecido nada (contexto, relaciones, motivación), el resto de la película sufre su precocidad y no tiene con qué crear suspenso. Arranca a máxima velocidad hacia lo obvio y no se detiene ni por un segundo de sus 95 minutos para hacer de cuenta que el camino no es tan recto ni tan andado.
Kristen Stewart y Vincent Cassel son los actores que más brillan dentro de las circunstancias. La fotografía opaca (literalmente) y confunde la acción, aunque hay algunos momentos sobresalientes (sin ser particularmente creativos) y otros que rinden buen gore. Pero no hay mucho más para comendar en un producto tan insulso y derivativo.