NO TODO LO QUE RELUCE EN COREA ES ORO
Si bien lo hacen con credenciales más que evidentes, tendemos a suponer que los asiáticos, cuando hacen cine de género, solo filman genialidades o maravillas o cosas muy creativas. Claro, esto pasa con filmografías de las que tenemos un recorte muy acotado, merced a una distribución que ha centralizado la exhibición en unos pocos países. Pero después del éxito -vía Netflix- de El juego del calamar, y tal vez de la oscarizada Parásitos (que era otra cosa, es cierto), el cine de Corea del Sur comenzó a encontrar ciertos mercados a los que hasta hace poco no llegaba, o lo hacía solo por medio de festivales. El ejemplo claro es Argentina, donde se ha vuelto más o menos regular que se estrenen películas de género de aquel país. Por supuesto, con el arribo de más producción podemos ver las grietas de un cine que como toda industria se nutre de grandes realizadores y otros del montón que solo cumplen un rol sumamente funcional: Amenaza explosiva, de Changju Kim, es una demostración de un nivel técnico acertado para ilustrar una historia rutinaria y poco imaginativa, sostenida en una premisa que se agota a la hora.
Tal vez el primer indicio de la falta de imaginación y creatividad sea que Amenaza explosiva es en verdad una remake de El desconocido, película española dirigida por Dani de la Torre con el protagónico de Luis Tosar. No soy de los que creen que las remakes son descartables de antemano, pero sí es llamativa, para una cinematografía que ha sabido construir grandes relatos de acción, la búsqueda fronteras afueras de una historia que se construye sobre la base de elementos bastante básicos. En lo concreto lo que tenemos es a un empresario cínico y desinteresado de su familia, que una mañana cuando lleva a sus hijos al colegio, recibe una llamada telefónica misteriosa que lo extorsiona pidiéndole una cuantiosa suma de dinero a cambio de no detonar las bombas que colocó en el auto. Es más, le pide que no se baje nadie del vehículo, que no hable con nadie, que no pida auxilio ni socorro. Como decíamos, cine de premisa. Y como pasa siempre con el cine de premisa, la clave es descubrir hasta cuándo se sostiene eso.
Se podría decir que durante casi una hora, Amenaza explosiva se mueve y encuentra en ese ritmo constante una superficie por la cual avanzar sin que se observe lo inverosímil del asunto. Claro, mientras se mueve, las cosas funcionan. Con el cine de premisa pasa lo mismo que con los misterios: se pone tanto peso en la resolución que en el caso de fallar, se desvanece el módico interés generado. Y en este film surcoreano pasa eso, en duplicado: por un lado el relato precisa detenerse en cierto momento, y la película se vuelve estática y verborrágica, abrazando el melodrama y alejándose del suspenso módico que había sabido construir y de la creación de imágenes interesante. Por el otro, cuando vamos resolviendo el conflicto, la película ingresa en una zona bastante moralista, donde de alguna forma se salva del escarnio al no tomar la decisión que uno pensaba que iban a tomar. En definitiva una película más, un relato apenas correcto, que seguramente pierde interés por lo mal acostumbrados que nos tienen los grandes directores de cine de acción asiático.