Una invasión a destiempo
Si existía una dupla inseparable en el periodo que va de los sesenta hasta principio de los noventa era la palabra Roja acompañada de términos tales como Infierno, Amenaza, Invasión. La industria del cine en el sentido mas literal del vocablo nos enseñaba a través de sus inofensivas películas de acción que la amenaza estaba ahi, latente el comunismo como forma de vida. El fin de la propiedad privada, el avasallamiento de los derechos civiles, el fin mismo de la civilización tal cual la conocíamos. Para dar pelea a esa realidad se encontraba el héroe norteamericano, musculoso, aguerrido, dispuesto a todo por defender su bandera... incluso la muerte física (que no es nada para aquellos que se saben vivirán en la memoria de su patria).
Dentro del marco histórico de la Guerra Fría y hasta la caída del muro de Berlín historias como la de Red Dawn original del director John Millius era una pieza más de ese engranaje de adiestramiento ideológico: en medio de una potencial Tercera Guerra Mundial la resistencia estaba en manos de un grupo de jovencitos que se convertirían en la reserva moral de la nación y por ende del mundo capitalista. Basta sólo con ver las imágenes del tráiler de la obra de Millius para entenderlo todo: jóvenes norteamericanos enfundados en camperas universitarias se dirigen hacia la cadena de comida rápida mas cercana, mientras que la amenaza empieza a desplegarse desde el cielo. Pronto las calles de los apacibles suburbios se ven pobladas de soviéticos que proceden a destruir el American Way of life.
La resistencia estaba en manos de unos jóvenes que se oponían al régimen imperante (por aquel entonces Patrick Swayze, Charlie Sheen y compañía); pues bien, si esa propuesta hoy por hoy resulta totalmente ridícula e impensable sólo es posible de explicar enmarcándola en un marco fáctico histórico que hoy nos resulta ajeno.
La remake que este año nos entrega Dan Bradley toma esa misma estructura situándola en nuestros días y les confía los roles protagónicos a Chris Hemsworth (Thor), Isabel Lucas (Inmortales), Josh Hutcherson (Los Juegos del Hambre) y Jeffrey Dean Morgan, que hacen lo que pueden con un guión que sólo adapta los hechos modificando la amenaza externa: antes eran soviéticos, cubanos y nicaragüenses y ahora norcoreanos, pero con una insensatez lindante con la inocencia más primaria.
En la actualidad una antojadiza invasión norcoreana a Estados Unidos suena tan inverosímil como que la resistencia esté a cargo de un grupo de jóvenes, y más aún cuando los personajes son mostrados sin ningún tipo de desarrollo dramático que los haga medianamente creíbles.
El resultado es un film que provoca risa y ternura en iguales proporciones por su planteo nacionalista lindante con el imaginario mas básico de la infancia. De la infancia norteamericana, claro está