La colombofilia es la cría y adiestramiento de palomas mensajeras. No para llevar mensajes, un tipo de comunicación pintoresco y retro, sino para competencia, es decir para que corran (o vuelen) una suerte de carreras que consisten en soltarlas en determinado punto y esperar a que vuelvan a casa en un trayecto, que puede durar días, medido por relojes especiales. Esta actividad tiene varios seguidores en nuestro país que se nuclean en asociaciones, dos en la ciudad de Buenos Aires y varias en diferentes puntos del interior del país, que se reúnen en cada carrera, así como en subastas y eventos aledaños. Y es este mundo el marco en el que transcurre la cuarta película y segundo documental de Federico Sosa.
Pero si el documental se tratara solamente de describir el ambiente y las actividades de los criadores de palomas, aun tratándose de una materia curiosa y poco conocida, no tendría el mismo interés sino fuera por los personajes. Y el film de Sosa encuentra el suyo en Américo Fontenla, un personaje en todo sentido, un cincuentón de rastas, que se gana la vida como parrillero y cría palomas mensajeras con dedicación. Al punto es su entusiasmo, que su objetivo es poder jubilarse y dedicarse solo a las palomas y sus carreras, transformando definitivamente el hobby en actividad de tiempo completo. Mientras tanto, sigue vendiendo carne y choripanes en su parrilla de la paternal de lunes a viernes y dedica los fines de semana exclusivamente a su pasión colombófila.
Digamos entonces que Américo, el documental es más bien un film sobre Américo, el personaje, donde la colombofilia es el medio en el que este se mueve y la cámara lo sigue mientras se desgranan retazos de una historia de vida. Asistimos a la cotidianeidad de Américo, lo vemos en su trabajo, en el palomar que tiene en su terraza, asistiendo a diversos pueblos donde se largan las carreras y conectándose con sus pares. Y en ese recorrido lo escuchamos contar su historia, una que lo tuvo en algún momento con problemas de alcohol y drogas y que lo ve hoy recuperado y mirando su presente con alivio y gratitud. En este contexto la pasión por las palomas también parece jugar para él un papel sanador al cual aferrarse.
Aún si en Américo hay algo que tiene que ver con una historia de redención, Sosa no cae en ningún momento en la solemnidad o la sensiblería. Por el contrario el recurso del que se sirve con frecuencia es el humor, para el cual su protagonista, un tipo con picardía y calle, le brinda varias situaciones y diálogos. Y en eso ayuda también otro personaje, Oscar Valletta, amigo de Américo y también colombófilo como él, aunque en un estatus aparentemente superior ya que tiene muchas carreras ganadas mientras que Américo tiene un historial bastante más modesto, lo cual es también motivo de algunos intercambios jocosos. Oscar tiene una participación destacada en el film que lo eleva al rol de coprotagonista y es en el intercambio entre ambos donde se dan los momentos más divertidos. Y también los más embarazosos, cuando Oscar suelta opiniones ¿políticas? con afán de provocación que terminan incomodando incluso a su amigo.
Que las competencias sean posibles depende en buena medida del hecho de que las palomas una vez sueltas vuelven al palomar de origen. Esperarlas es parte del juego. En un momento del film se hace la pregunta acerca de qué es lo que las hace volver y, tras arriesgar algunas explicaciones posibles, Américo termina diciendo que en realidad no se sabe por qué lo hacen. De un modo muy sutil parece deslizarse que quizás la pasión que en Américo despiertan las palomas mensajeras, después de todo lo vivido, tenga que ver este regreso a casa, con esta búsqueda de un hogar. Y es en ese punto en que el film de Sosa, aun teniendo como eje a estas aves, que algunos consideran plaga y otros un símbolo de paz, se revela de un interés fundamentalmente humano.
AMÉRICO
Dirección: Federico Sosa. Protagonistas: Américo Fontenla, Oscar Valletta: Guión: Federico Sosa. Fotografía: Aylen López. Música original: Santiago Pedroncini. Montaje: Laura Palottini. Dirección de Sonido: Pablo Orzeszko. Producción: Estela Roberta Sánchez, Federico Sosa. Producción ejecutiva.Estela Roberta Sánchez. Duración 72 minutos.