¿Ser o no ser comedia romántica?
Bajo las órdenes del director Will Gluck (el mismo de Se dice de mí), Justin Timberlake y Mila Kunis (Cisne negro, That 70’s Show) llevan adelante una historia con enredos y situaciones que intentan evitar los lugares comunes.
La comedia romántica es un género que vive en crisis. No por la taquilla, que siempre responde, sino por los realizadores, que no saben como hacer para ofrecer siempre lo mismo y a la vez algo nuevo. En esa tensión, semana tras semana, aparecen nuevas propuestas, todas buscando ser la diferente, la que sorprenda, la que reinventa el género. Pero el género no es tan fácil de reinventar, como seguimos comprobando incluso acá, en Amigos con beneficios, otra propuesta de renovación que se queda a mitad de camino.
La película comienza con un ritmo vertiginoso que sostendrá con energía durante la primera parte del relato. Los actores, en particular la pareja central Justin Timberlake y Mila Kunis, cumplen con claro oficio con las consignas del director. Dylan y Jamie se conocen en Nueva York por motivos laborales y ambos vienen de duros reveces románticos. Esta decepción que ambos tienen los lleva a la conclusión de que lo mejor para ambos es formar una pareja sexual sin ningún tipo de compromiso. De ahí que su amistad contenga relaciones sexuales sinceras, directas, sin mentiras ni promesas. Por supuesto que para la comedia romántica, esta innovación es significativa, como lo es más aun que los personajes se burlen del género explícitamente y se quejen de todas sus mentiras.
El problema es que la película es una comedia romántica, y como tal, tarde o temprano caerá en sus lugares comunes, anulando toda la alegría y la transgresión inicial. La mencionada velocidad se potencia aun más por los diálogos dichos con efectividad y excelente ritmo, por un montaje que enloquece aun más los tiempos de la película pero que, como ya dijimos, se detendrá abruptamente tarde o temprano. A ese corto abrupto del ritmo, hay que sumarle personajes secundarios que ya son otro cliché del género. Sin la promesa de una transgresión, muchas comedias románticas consiguen dar en el clavo, pero una vez hecha tal promesa, los espectadores generan nuevas expectativas.
Siendo la segunda película de este año en encarar este tema –la anterior es Amigos con derechos, con Natalie Portman y Ashton Kutcher– queda claro que es un tópico que le resulta afín a una generación de espectadores. Lo que el cine aún nos debe es una verdadera comedia –no romántica– donde existan esas amistades. Mientras tanto, estamos asistiendo a una película de género que vestida con un traje diferente, termina siendo más lugar común que nunca.