Ashton Kutcher y Natalie Portman, poco convincentes
El verdadero amor puede surgir de las situaciones más inesperadas. Y esto es lo que les ocurre a Emma y a Adam, que se conocieron en la escuela secundaria, pero dejaron de verse. Ahora, ya crecidos, ella trata de alejarse de los pretendientes, ya que no desea ningún compromiso formal, mientras que él, dispuesto a convertirse en un guionista televisivo de éxito, jura dejar de lado todas sus conquistas amorosas, ya que su padre, otrora famoso astro de la TV, se vincula románticamente con una de sus ex novias.
Cuando él y Emma se reencuentran, se sienten atraídos, pero sólo logran la felicidad en los momentos que pasan juntos en la cama. Allí, según creen, quedan afuera los compromisos. Sin embargo, entre encuentros y desencuentros, comprenderán que el verdadero amor puede ser, también, algo duradero.
El director Ivan Reitman, experto en esta clase de comedias, tropezó aquí con un guión que nunca se aparta de las situaciones simples en las que la pareja central vivirá circunstancias reiterativas por una senda que pretende ser picaresca. Como casi siempre en estos films de enredos, tanto Emma como Adam se rodean de amigos que aconsejan, de familias escandalizadas por los amoríos transitorios y, aquí, por un padre donjuanesco encarnado con poca convicción por Kevin Kline. La pareja central, integrada por Natalie Portman y Ashton Kutcher, procura dar cierta verosimilitud y simpatía a sus personajes, pero ambos caen en una interminable redundancia de gestos, sonrisas forzadas y diálogos sin mayor gracia.