¡HISTÉRICA!
En un capítulo de Friends, Rachel responde a alguna estupidez de Joey con un “gracias a dios que sos lindo”.
Amigos con derechos (No Strings Attached, 2011) deja la misma sensación: si no fuera por la belleza de Natalie Portman y Ashton Kutcher (en ese orden), flaquearía en elementos que la “salven” de la retirada de la sala de cine y disminuyan las ganas de violentarse con el crítico que la catalogó como una revelación en materia de comedias románticas y la nueva Cuando Harry conoció a Sally. Ni lo uno ni lo otro.
El filme (de historia simple: dos chicos lindos tienen sexo; uno quiere compromiso, la otra no; idas y vueltas emocionales; encuentros y desencuentros; desenlace romántico) no sorprende. La filmografía de Ivan Reitman como director no prometía otra cosa.
Ashton Kutcher tampoco. Se mueve como pez en el agua en este tipo de personajes (galán ocurrente y sufrido de finales felices), tanto que el de ahora parece ser una resurrección del que propuso en Muy parecido al amor (2005).
El trailer permitía intuir que -como suele pasar- los únicos diálogos y giros divertidos de la película están en él.
Lo que sí sorprende es que Natalie Portman participe como actriz (está muy bien, como siempre, pero desperdiciada en el papel y el guión) y productora ejecutiva. Quizás Reitman utilizó el mismo poder persuasivo con el que convenció a otras buenas actrices para trabajar en películas no tan buenas (Uma Thurman en Mi super ex novia -2006-, Emma Thompson en Junior -1994-). O quizás se trata simplemente de negocios.
Podría decirse que Amigos con derechos tiene buenas intenciones al pretender quebrar paradigmas como la presión social del casamiento, la patología y ridiculez en los noviazgos, el rol femenino y masculino en las relaciones afectivas y sexuales; al intentar ser “gay friendly” y marihuanera. Pero no. Lo que prevalece son los repetidísimos recursos del manual de la comedia romántica “oficial”, escenas que se perciben como ya vistas miles de veces en otras obras del rubro y planteos simples y taxativos de las relaciones humanas (los padres son los únicos culpables de las fisuras emocionales de los hijos, el amor suele presentarse de maneras estúpidas pero estamos indefectiblemente destinados a él).
Es decir que la película resulta tan histérica como el vínculo entre los protagonistas. Coquetea con rupturas pero no del todo, termina de alguna manera legitimando aquello con lo que intenta romper, reivindicando el amor comprometido y “como debe ser” (contrariamente a lo que el “sin ataduras” del título original en inglés indica) y homenajeando a todas las malas comedias románticas precedentes.