El resultado entre la amistad de un cisne negro y un cazafantasmas
Veo más tiempo a Natalie Portman que a mis amigos y familiares. Está realmente, en todas partes. Caminás por la calle y no sabés si verla en El Cisne Negro o en Amigos con Derechos. Vas a la salas y te pasa lo mismo. Pones cualquier programa de televisión y solo hablan de sus interpretaciones, de su embarazo o del Oscar. Y como si fuera poco, visualizás los últimos trailers y la vez como una princesa medieval en la comedia Your Highness de David Gordon Green o en la adaptación de Thor en la pantalla grande dirigida por Kenneth Branagh.
En conclusión, Natalie Portman se ha transformado en una mega estrella internacional, pero también demuestra película tras película una consolidación y madurez interpretativa, que hace un par de años parecía impensable. El simple hecho que las cuatro (o cinco, si contamos el melodrama “Indie” de Don Roos, The Other Woman, que es muy improbable que llegue a nuestro país) tengan un registro completamente distinto, comprueba, que Natalie se ha convertido en una mujer versátil, con dotes humorísticos que ya no parecen forzados y lágrimas genuinas. Poco queda de la Princesa Padmé Amidala de la saga de La Guerra de las Galaxias o de la niña asustada que convivía con el francotirador León en El Asesino Profesional de Luc Besson.
Amigos con Derechos confirma que Natalie se puede poner una película sobre los hombros nuevamente (lo hizo con El Cisne Negro) y salir bien parada. Esto quizás se relaciones con el hecho de que debutó como productora ejecutiva.
Pero si Amigos con Derechos, no es una comedia romántica más de la temporada, es porque el director elegido, es uno de los más veteranos de la comedia estadounidense de los últimos 30 años, el checo, Ivan Reitman.
Reitman padre, es menos pretencioso que Jason. Sus películas no buscan los reconocimientos ni los premios, pero sí la taquilla. Aún así, no se trata de un mero realizador industrial sino de un autor neto. La trayectoria de Reitman se divide en comedias familiares y comedias que mezclan el romance con la ciencia ficción, el policial y la política.
Es probable que se lo subvalore un poco, pero lo cierto es que tiene en su filmografía productos llamativos como Albóndigas o El Pelotón Chiflado (una simpática crítca al ejército), que marcaron junto a Los Locos del Golf, el debut de Bill Murray como comediante. La asociación Murray – Reitman con Harold Ramis y Dan Aykroyd (guionistas – actores) tuvo su pico de éxito gracias a Los Cazafantasmas, cuya secuela no tuvo el éxito esperado. Esperemos que la tercera parte, que se estrenaría el año que viene venga mejor.
Tras la etapa Murray, Reitman vivió el periodo DeVito – Schwarzenegger (Gemelos, Un Detective en el Kinder, Junior), donde volvió a mezclar géneros e invertir los roles sexuales, una marca registrada de su cine. Generalmente los hombres en sus obras, son sensibles, dubitativos, demasiado intelectuales, y las mujeres son las que llevan los pantalones, son más fuertes físicamente y menos emocionales. La mejor imagen de esto se puede ver en Junior con el gobernador de California embarazado vestido de mujer.
Quizás la mejor obra de Reitman sea Presidente por un Día con Kevin Kline, una versión contemporánea de El Prisionero de Zenda, que tuvo una excelente recepción de crítica y público. Después, el resto de sus obras fueron intentos en vano por recuperar el viejo éxito obtenido en los ‘80s y mediados de los ‘90s. Tanto Un Papá de Sobra (que pretendía trascender con la dupla Crystal-Williams) como Evolución o Mi Súper Ex Novia eran comedias fallidas. Demasiado pretenciosas y producidas. Sin perder su marca autoral, el humor era demasiado naif y poco efectivo. Además tenía graves elecciones con los elencos (Mi Súper Ex Novia tenía algunos aciertos como Anna Faris, Rainn Wilson o Eddie Izzard, pero Luke Wilson y Uma Thurman no tenían química).
En Amigos con Dinero, Emma (Portman) es una doctora fría y poco sensible que no puede llevar adelante una sola relación. El tiempo que le requiere su carrera, provocan que no desee comprometerse con alguna relación amorosa. Su deseo solamente es satisfacer sus necesidades sexuales. No quiere que la llamen posteriormente o desayunar junto al hombre con el que pasó la noche. Sí, la mujer perfecta dirán muchos hombres. Esto mismo piensa Adam (Kutcher) el asistente de piso de una serie estilo Glee (presten atención quien la dirige) con aspiraciones de guionista que vive bajo la sombra de su padre, el creador de una exitosa sitcom familiar, que busca estar siempre en forma y le ha robado la última novia a Adam (Kevin Kline, sublime en cada escena que participa). Emma y Adam se han encontrado varias veces a lo largo de su vida, sin nunca concretar una relación hasta que por giros narrativos, ambos deciden fomentar una relación de amistad con derechos… El problema es que Adam rápidamente se enamora de ella, es un romántico empedernido, mientras que ella, esconde constantemente sus sentimientos.
El guión de Elizabeth Meriwheter no es ni demasiado ingenioso a nivel humorístico ni original. Al contrario, todo es previsible y recurre a todos los lugares comunes de este tipo de comedias, incluyendo bodas, amigos que sirven de confesantes, confusiones, infidelidades, padres “modernos”, etc. Pero también es cierto que presenta un retrato de la sociedad contemporánea bastante interesante. Ya sea la cita a programas de televisión o mejor aún la influencia de los celulares, el Facebook, el Twitter, los IPOD en nuestra vida diaria. Realmente es escalofriante ver como dependemos del Facebook para decidirnos si queremos o no estar con otra persona. Amigos con Derechos, un poco satiriza este aspecto. El Chat convencional parece anticuado a comparación.
Pero si bien a nivel narrativo no presenta novedades, Reitman como director muestra una leve mejoría con respecto a sus anteriores trabajos (digamos que se puede ubicar en un lugar intermedio de su carrera), especialmente en lo que respecta a dirección actoral. Si bien la segunda hora de la película se alarga demasiado, con escenas redundantes, repetitivas e innecesarias, la elección de Portman y Kutcher es lo mejor de la obra. No solamente porque ambos logran una química adecuada y verosimil en sus interpretaciones, sino porque también se alejan de lo que suelen mostrar. Portman puede pasar de la frialdad al desenfreno en pocos minutos manteniendo el humor siempre arriba, mientras que Kutcher está más contenido. Lejos del Kelso de That’s 70s Show o el joven, torpe y tonto de Dude, Donde está mi Auto o Locura de Amor en Las Vegas, Kutcher también ha madurado (¿será la influencia de Demi Moore?). Es más creíble en roles serios. Aún así no logra destacarse sobre Portman. Es muy interesante como Reitman ha explotado la difícil relación que tiene Adam con su padre (¿mea culpa por su relación con Jason?) y acá es donde los méritos recaen en Kevin Kline, que provoca risa con pocos gestos y una adecuada elegancia interpretativa que pocos actores estadounidenses conservan. También aparece un irreconocible Cary Elwes en un rol demasiado menor para su distinguida carrera.
Más allá del típico planteo si el hombre y la mujer pueden tener una relación de amistad y sexo, sin intromisiones románticas, Amigos con Derechos pone en manifiesto más que nada la forma en que han cambiado las relaciones contemporáneas: de que forma, la “independencia femenina” ha planteado que el hombre se tenga que adaptar su lenguaje, su lugar en la pareja. Hoy en día, no hay lugar para un Cary Grant, por ejemplo.
Aún con sus altibajos narrativos y falta de ideas para terminar con algunas escenas o rematar algunos chistes, Amigos con Derechos es una comedia afable, simpática y visible. Reitman dirige con buen pulso y no tiene miedo de filmar escenas de sexo (la primera relación entre Adam y Emma en primer plano demuestra que Ivan aun tiene buen instinto cinematográfico). Personalmente me quedo con sus primeras comedias de corte más fantásticas (similares a las que ahora hace su compañero Harold Ramis), pero admito que de vez en cuando una comedia con los pies en la tierra, resultan un agradable pasatiempo.
Entre la calidez y sordidez interpretativa de Natalie Portman sobre el resto del elenco, y la experiencia de Ivan Reitman, Amigos con Derechos, es una buena excusa para que lleves a tu amiga/o al cine y después… bueno, el resto quedará en vos.