El director de la trilogía “¿Qué pasó ayer?” sorprende con una ácida y política comedia acerca de dos amigos de veintipico que se meten en el negocio de la venta de armas en Medio Oriente. Jonah Hill, Miles Teller y Bradley Cooper son los protagonistas de esta película basada en un caso real.
La de AMIGOS DE ARMAS es una trama que recuerda, en cierto modo, a la de EL LOBO DE WALL STREET, lo mismo que l cine de David O. Russell (uno podría verla como una combinación entre ESCANDALO AMERICANO y TRES REYES) con un toque de esas películas de estafadores tan caras a la tradición de la comedia policial hollywoodense. En algún sentido, esos universos están referenciados en el filme de Todd Phillips (el director de la trilogía QUE PASO AYER? y OLD SCHOOL, entree otras) pero lo que tal vez le falte es el talento o el ímpetu visual para transformar la historia en una gran película. O al menos en una tan intensa como algunas de las citadas.
La historia es, como la de LA GRAN APUESTA (otra película a la que remeda y que también marcó el salto de un director de comedia a hacer algo un tanto más serio), absolutamente real y eso la vuelve más absurda. Se centra en dos amigos de la adolescencia de Miami que se reencuentran, tras varios años, cuando uno de ellos, Efraim (Jonah Hill, de regreso a la categoría peso pesado) vuelve a la ciudad y le propone a su amigo David (Miles Teller, el menos avispado de la dupla) entrar en un negocio legal, pero peligroso.
El asunto consiste en tomar pequeños contratos de ventas de armas al Ejército norteamericano en Medio Oriente, contratos que el gobierno de Bush (la historia transcurre entre 2005 y 2008), ante las críticas recibidas por su apoyo a las grandes compañías fabricantes de armas, empezó a licitar a “pequeños emprendedores”. David trabaja de masajista y su mujer está embarazada por lo que la necesidad económica lo lleva a entrar en el negocio, por más que todos le advierten que no confíe en Efraim.
Las cosas empiezan funcionando bien pero luego se enredan y se siguen enredando en tanto la dupla entra en negocios más grandes, más peligrosos y cuando, esencialmente, empiezan a querer trampear al sistema de varias maneras. Esto los lleva a viajar a Jordania, a Irak, a Albania, a meterse con traficantes peligrosos (Bradley Cooper encarna a uno de ellos) y a convivir entre la excitación de los millones que entran y el peligro por el universo en el que se van metiendo. Especialmente David, el más inexperto de los dos.
Phillips transmite muy bien la camaradería y la excitación de la dupla, creando un personaje inolvidable como Efraim, un mafioso judío de Miami con una gran facilidad, a lo “Zelig”, de trampear a medio mundo sin que se den cuenta. Las dos grandes secuencias de acción y suspenso (en Medio Oriente y Europa del Este) están también muy bien manejadas, lo mismo que la muy directa crítica política al llamado “complejo militar industrial” que se llena de dinero con el negocio de la guerra.
A tal punto su objetivo es pegarle al gobierno y a los militares que uno podría ver AMIGOS DE ARMAS como una celebración de los desfalcos de estos jóvenes metidos en un negocio que les queda grande. Como en el caso de EL LOBO DE WALL STREET da la impresión que la película festeja más que condena a la dupla. Y algo de eso hay, ya que en una industria de robos billonarios de guante blanco, los engaños de estos amigos de la yeshivá de Miami metidos en medio de una guerra absurda y ridícula son casi un detalle de color.
AMIGOS DE ARMAS no es la gran película que podría haber sido, tal vez, por cierta falta de audacia narrativa y visual, y un excesivo cuidado y prolijidad en la forma (la subtrama de los problemas matrimoniales de David no funciona y es un poco banal), cuidado que aleja a Phillips de los más brutales, radicales y ambiciosos filmes de Scorsese o Russell, o del más directamente político/económico de Adam McKay. Pero no hace falta compararlo con ellos tampoco para disfrutarla. En plena temporada de estrenos grandes, rutinarios y por lo general mediocres, Phillips (y, sobre todo, Warner Bros.) se arriesgaron a lanzar una comedia ácida y crítica que se mete con las políticas del gobierno de su país. No es poco entre tanto superhéroe perturbado…