¿Qué pasó ayer? (Crónica de otro desmadre)
El director de la trilogía ¿Qué pasó ayer? se mete con un tema más serio (el tráfico de armas a partir de un caso real), pero el humor absurdo no tarda en aparece. El resultado es bastante atractivo.
Al menos por esta vez, el rótulo “basado en hechos reales” no enciende la luz de alerta, sino que opera a favor de subrayar el absurdo que sobrevuela el relato de Amigos de armas, primera incursión de Todd Phillips (Viaje censurado/Road Trip, Aquellos viejos tiempos/Old School, la trilogía ¿Qué pasó ayer? y Todo un parto) en un cine de ribetes (algo) más serios.
Basado en el artículo periodístico Arms and the Dudes, escrito Guy Lawson para la revista Rolling Stone, Amigos de armas es la historia de dos amigos de la infancia que, reencontrados década y pico después, incursionan en el negocio armamentístico. ¿Cómo es posible que dos pibes se conviertan en contratistas del Estado? Fácil: en los últimos años de la era Bush, y ante las críticas de favoritismo a las grandes empresas, el gobierno (el Ejército) “democratizó” las licitaciones abriendo sus concursos a cualquier persona de a pie.
El film de Phillips remite a El lobo de Wall Street camuflando su veneno con un tono festivo, arrollador, enérgico, trepidante. Igual que la de Jordan Belfort, la historia de David Packouz (Miles Teller) y Efraim Diveroli (Jonah Hill) es un relato de ascenso, éxito y caída, y la máxima particularidad de la película es la voluntad de no soltarles la mano ni siquiera en los peores momentos.
Amigos de armas no juzga ni tampoco “cancherea” (teléfono para La gran apuesta, debut otro emblema de la Nueva Comedia Americana como Adam Mckay en el cine “basado en hechos reales”) con recursos formales. Por el contrario, Efrain y David siempre supieron dónde se metían y qué estaban haciendo. Al fin y al cabo, como en casi todas sus películas, a Philips le interesa más contar la crónica de un desmadre antes que señalar con el dedo a sus responsables.