Todd Phillips se corre de lo que suele hacer en sus películas y logra un buen equilibrio entre la comedia y el drama. Quizás el filme marque un punto de inflexión dentro de su filmografía.
Basada en un artículo de Guy Lawson para la revista Rolling Stone (“Arms and the Dudes”), la película de Todd Phillips cuenta la historia real de dos amigos que se vieron envueltos en una serie de estafas al Gobierno de Estados Unidos.
David Packouz (Miles Teller) es un joven de veintitantos que trabaja como masajista en Miami y no sabe bien qué hacer de su vida. La noticia del embarazo de su novia no hace más que agrandar sus preocupaciones. Hasta que un amigo de la infancia con el que se reencuentra luego de unos años sin verse, Efraim Diveroli (Jonah Hill), le hace una oferta irresistible: trabajar con él en su negocio de venta de armas al Ejército de Estados Unidos.
En plena guerra con Medio Oriente (el filme está situado entre 2005 y 2008), la administración de Bush comenzó a licitar a pequeñas empresas distintos contratos para abastecerse de armas. Después de algunos negocios exitosos, la dupla obtiene una oportunidad mucho mayor a la que alguna vez se hubiese imaginado: un contrato de 300 millones de dólares para proveer armas a los aliados estadounidenses en Afganistán.
Al igual que con El Lobo de Wall Street (Martin Scorsese), la película de Phillips cuenta una historia de personas que a través de negocios y astucia llegan a ser millonarias y exitosas, pero que el mundo de excesos y la propia ambición las llevan por un camino del que les será difícil volver. El filme tiene también elementos que se encuentran en La Gran Apuesta (Adam McKay) sobre el intento de estos amigos por “vender su producto” y hacerse un lugar dentro de los grandes competidores.
Tod Phillips maneja bien los códigos de las comedias de camaradería entre hombres (algo que desarrolló bien en la trilogía ¿Qué pasó ayer?) pero a medida que pasan los minutos, el director incursiona más en el drama y el resultado es efectivo. La película critica a la guerra y a su negocio, pero no desde un lado moralista: muestra el problema y dice esto es así, es algo que pasó y está pasando.
Jonah Hill y Miles Teller tienen una buena química y demuestran-una vez más-que cuentan con la cintura necesaria para desempeñarse bien tanto en drama como en comedia. Hay que destacar el trabajo de Hill que con una risa particular y otras escenas donde dispara metralletas a lo Tony Montana, compone un personaje irresistible. Bradley Cooper tiene pocos minutos en cámara pero le alcanzan para desarrollar a un hombre crucial en el destino de los amigos. Ana de Armas interpreta a la novia de David de forma correcta, aunque su subtrama es de las menos interesantes.
La música es otro aspecto para destacar. Momentos clave son acompañados con canciones populares que en muchos casos el director los utiliza de forma irónica y llevan la escena a otro nivel.