Entrañable juego de dos
Una larga fila de postulantes para cuidar a un hombre que se encuentra postrado en una sila de ruedas (François Cluzet), tiene como protagonista impensado a un joven desocupado (Omar Sy), que apenas se conforma con que le firmen el papel que indicará que se postuló a un empleo y le permita cobrar su subsidio por desempleo.
Sin embargo, nuestro joven protagonista, que lleva una vida cotidiana con más sinsabores que alegrías, es quien realmente cae en gracia del ricachón malogrado, quie le apuesta a su nuevo empleado que no aguantará un mes trabajando para él, que renunciará antes. Poco tiempo pasa hasta que la relación entre empleados-empleado se transforma en una amistad sólida, en un tránsito hacia una vida un poco mejor para los dos.
Basada en hechos reales, esta historia de amistad pese a la adversidad (todo un subgénero del cine) trabaja con fluidez y sin golpes bajos una historia que fuera de cuadro es más densa de lo que se ve en pantalla: un hombre postrado, con su cuerpo inutilizado y que que apenas puede mover los músculos de su cara.Más allá de el estado físico de uno de los personajes, aquí es donde radica el atractivo de una película que le da una vuelta de comedia liviana a un tema que hasta ahora ha visto tratamientos más extremos, desde el drama contundente de Mar adentro, aquel opus de Alejandro Amenábar con Javier Bardem hasta la comedia negrísima Aatra.
Amigos intocables tiene todo lo que necesita un largometraje que quiere conquistar al gran público, con buenas armas logra redondear un film afable, de rápida digestión y querible, como sus personajes, que logran identificación inmediata sin tener que recurrir a la lástima o la piedad del espectador. No por nada, y sin mayores pretenciones narrativas o estéticas, se trata de la película francesa más taquillera de los últimos años. No sabemos qué opinará el viejo Jean Luc, pero por las dudas no lo consultemos.