El dúo dinámico
De un tiempo a esta parte, Drew Barrymore se ha convertido en la reina de la comedia romántica realizada hoy en Hollywood, pero en Amor a distancia no está en pareja con un gran cómico (como en el caso de sus muy memorables colaboraciones con Adam Sandler, por ejemplo) sino con otra promesa de su generación: Justin Long, un chico fundamentalmente simpático que ha trabajado muy poco como protagonista. El resultado no es una comedia, sino una comedia romántica, sólida y sincera.
Una de las características más notorias de Amor a distancia, a pesar de tratarse de una película de género, es el grado de realismo con el que trabaja su materia. Se trata de la historia de una pareja que se conoce en Nueva York y a las seis semanas debe separarse porque ella regresa a su casa en San Francisco; se establece entonces la relación a distancia. Heredera, si se quiere, de las películas de Nora Ephron, Amor a distancia reconoce también la influencia fundamental de Apatow y la nueva comedia americana: el lenguaje realista, la relación de pareja que se parece más a la amistad que al romance idealizado, la exploración del contexto de amistades, el corte generacional, lo escatológico, los nuevos modos de relacionarse en una sociedad que ya no tiene normas claras de conducta. Pero más allá de este romance/amistad y la explicitud de los chistes sexuales, Amor a distancia presta muchísima atención a los detalles y esto es lo que finalmente la vuelve querible: desde el pelo mal peinado de Drew Barrymore a la mañana siguiente pasando por la despedida incómoda frente al aeropuerto o la realidad de los precios del pasaje de avión para poder visitar a la persona amada. Lo que se opone a este amor, si se quiere, es la realidad: gente joven con trabajos inestables que vive en departamentos horribles.
Hay, por supuesto, algunos lugares comunes (la cámara en mano) y algunos chistes no funcionan tan bien (aunque muchos sí), pero en algún punto esta película logra generar la suficiente inercia como para arrastrarnos a través de su tramo final, mucho más doloroso. Esto se lo debe fundamentalmente a sus actores. Los secundarios forman un colchón muy sólido (en especial Jason Sudeikis) pero el alma de la película son Drew Barrymore y Justin Long. Long le presta la solidez de su presencia amable; Barrymore con su personaje despreocupado le da vueltas al lugar de heroina romántica con sus parlamentos.
Si Amor a distancia funciona es porque les creemos a ellos; porque la película logra saltear los obstáculos; porque queremos que terminen juntos.