Romance en bandeja de salida
Amor a la distancia es una comedia romántica bastante estándar, sin que esta característica deba entenderse de antemano como positiva o negativa, pues contar una y otra vez historias que aparentan ser las mismas (pero nunca lo son) suele ser también beneficioso. La apropiación de experiencias por la sociedad y aún por los individuos requiere de procesos de sedimentación en muchas ocasiones lentos.
Erin y Garrett (Drew Barrymore y Justin Long) tienen una relación nueva que está funcionando bien a pesar de que Erin, desempleada, está a punto de mudarse al otro extremo de los Estados Unidos.
Llegado el momento, los muchachos acuerdan sostener el amor a la distancia, pese a las dificultades previsibles. La trivia sobre este largometraje comenta que la idea surgió alrededor de algo que le sucedió en la vida real a uno de los productores del mismo.
La película es actual, y esa vigencia le da vida al corazón del cuento. La tecnología en comunicaciones es obviamente la vedette de muchas situaciones, y hasta se da la particularidad de que en ciertos pasajes del relato los mensajes de texto aparecen impresos en la enorme pantalla de la sala donde se proyecta el filme.
El espectador en algún otro caso puede encontrarse con información novedosa en el contexto. Por ejemplo: la falta de trabajo en la otrora económicamente próspera ciudad de Nueva York representada por el Hollywood de las últimas tres o cuatro décadas al menos, o la crisis de los periódicos impresos como el que no contrata a Erin pese a que ella se revela como una prometedora periodista. Una realidad mundial a la luz del avance de la web y de los cambios en los hábitos de los lectores de diarios.
Las representaciones de ambos protagonistas y el elenco son buenas, pero merece un subrayado la de Drew Barrymore, quien en dos tres escenas acomete otros tantos desafíos actorales particulares, en lo que podría considerarse un paralelismo con los solos que ejecutan los instrumentos de algunas orquestas.