C’ Est la Vie
La vida no es color de rosa. Lo sabemos todos, y si por alguna razón sentimos que la segunda obra de Bezançon nos produce una sensación de deja vu es porque las situaciones son demasiado identificables.
Se trata de una película que supone mostrar “la vida familiar” a través de cinco episodios concretos de los Duval durante 12 años.
Cada episodio lleva su propio títulos y está protagonizado por un miembro distinto. Los Duval están compuestos por Robert, taxista (chiste fácil, la relación con el actor de Apocalipsis Now, interpretado por Gamblin), su esposa Marie Jeanne, ama de casa (Breitman), y sus tres hijos, Alfred, médico (Marmai), Ralph, el bohemio (Grondin) y Fleur, la adolescente rebelde (François, actriz de Unmade Beds del argentino Alexis Dos Santos). Cada uno tiene su lucimiento particular, pero a la vez participa y es fundamental en los episodios de los demás miembros.
Cada episodio toma un día de su vida en un año particular: 1988, 1993, 1996, 1998, 2000. Siempre en un fecha relacionada con el día 3 de un mes distinto.
Cada día representa el momento que cada personaje siente como el más importante de su vida: todos se relacionan en cierta forma con el conocer el amor, la ida o vuelta al hogar, la reflexión sobre el paso del tiempo o la muerte.
Gracias a un guión sólido sin fisuras, muy calculado, este relato seudo coral, se convierte en una agradable comedia dramática, que sin salir de algunos moldes, logra trascender gracias a personajes e interpretaciones creíbles y divertidas que generan empatía con el espectador.
A pesar de los previsibles momentos sensibleros y un par de golpes bajos, el director y guionista se propone no armar la típica telenovela o melodrama familiar, lo cual la acerca principalmente a la canadiense Mis Gloriosos Hermanos (C.R.A.Z.Y) o el cláscio de Ettore Scola, La Familia con Vittorio Gassman con remanentes de Vida en Pareja de Ozón.
Más allá de compartir protagonista (Marc-André Grondin), Amor de Familia, comparte un tono y una estética pop muy interesante con Mis Gloriosos.... Cada episodio es encarado con estética levemente diferente (hay diferencia sutiles de colores, y según el episodio se pasa de planos fijos generales a primeros planos con cámara en mano), está muy cuidado el contexto artístico y musical. Los tres hermanos comparten pasión por cantantes de moda (especialmente por el grunge y heavy metal), y la habitación, y vestuario de cada uno concuerda con la moda imperante (prestar atención a un poster futbolero que aparecen en el fondo de la habitación de Alfred en un flashback). A diferencia del film canadiense, el de Bezançon no tiene momentos surrealistas, y los problemas padre-hijos no toman tanto protagonismo o son tan fundamentales. Acá, no hay un único narrador, y cada visión tiene un contexto, cada acto, una consecuencia y una fundamentación.
Más allá del “realismo” que le quiere aportar el director hay secuencias muy divertidas que se salen de lo cotidiano, y collages visuales más cercanos a una estética videoclipera o publicitaria que le dan ritmo y dinamismo a los 114 minutos que dura la película. El montaje y la fotografía son fundamentales en estos aspectos, así como la elección de los temas musicales que van desde AC/DC, Janis Joplin, Lou Reed o Nirvana.
La gracia de Gamblin como el patriarca de la familia es lo que más se destaca del elenco. Pero hay que aclarar que todo el elenco es versátil y eficaz en cada rol, incluido el abuelo interpretado por el veterano Roger Dumas.
A pesar de algún plano acompañado por un acorde melancólico que busca la emoción gratuita y alguna mensaje moral subliminal, Amor de Familia (el título original se emparenta con la traducción que le dieron acá a Un Conté de Noël de Arnaud Desplechin) , es un agradable entretenimiento, que evita caer en el típico lugar seudo intelectual de cierto cine francés (de hecho parece más canadiense que francesa), da pie a la reflexión y a la reconciliación familiar,