Cuando empieza el film conocemos a Karen, interpretado por Annette Bening, una mujer lánguida y solitaria, que solo cuenta con la compañía de su madre. El mal que aqueja a Karen desde su adolescencia es su maternidad perdida, un bebe que ella tuvo a los 16 años y que dio en adopción.
En paralelo se nos presenta Elizabeth (Naomi Watts), quien tiene el mínimo interés en ser madre y lleva una carrera laboral en la que se destaca. Liz, tiene dificultadas para establecerse en todos los aspectos de su vida, sus relaciones amorosas son conflictivas y le cuesta formar lazos con otras personas.
El último personaje en cuestión es Lucy, protagonista de un matrimonio en el que el mayor anhelo es concebir un hijo propio. Lamentablemente Lucy es estéril, y lucha con el sistema y contra la familia de su esposo, para poder conseguir adoptar.
Podemos ver a través de la película como estos tres personajes se buscan sin encontrarse, se rozan en la cotidianeidad de sus días, pero de alguna manera resulta imposible encontrar unirlos. La relación de la mujer con la maternidad se establece en este film como tema central, la madre que perdió un hijo convive con la madre que no puede tener un hijo propio junto a otra madre que tiene algo que nunca busco.
Una película conmovedora que lleva al espectador a emocionarse, a sentirse al menos una de estas tres mujeres, cuando no las tres en distintas etapas de su vida. Irónicamente es un hombre, quien nos hace sentir a gusto con los personajes femeninos.
Es clara la mano de Alejandro González Iñarritu, quien en este film oficia como productor ejecutivo, tal como vimos en Babel o en Amores Perros, de nuevo tres historias que se cruzan en algún punto de la vida. El colombiano Rodrigo García, es el autor de este film que nos lleva a recorrer una etapa en la vida que puede ser la más feliz, como las desdichada.