Amor de medianoche es el típico refrito inepto de Love Story (1970) para la generación Instagram de estos días.
Otra vez nos encontramos con una película destinada a los adolescentes que cae en la romantización estúpida de las enfermedades terminales, donde la víctima siempre es una chica con inclinaciones artísticas.
Hace poco tuvimos en la cartelera esta misma propuesta en Bajo la misma estrella y Todo, todo, que también tenían como figura central a una adolescente creativa que estaba confinada en su casa debido a una enfermedad.
Si viste alguna de esas producciones en estreno te vas a encontrar con un clon mediocre de esas historias.
El film protagonizado por Bella Thorne es una remake de una producción japonesa que reúne todos los clichés nefastos que suelen tener las obras de ese pirata del asfalto literario que es Nicholas Sparks.
La particularidad de este relato es que a diferencia de Bajo la misma estrella, que presentaba un tratamiento moderado del melodrama, en este caso hubo un esfuerzo desmesurado del director Scott Speer por manipular las emociones del espectador.
El realizador que viene del campo de los videoclips y previamente dirigió los filmes musicales de la serie Step Up recurre a todos los estereotipos posibles para presentar una historia insulsa que busca el llanto del público a cualquier costo.
Nunca llegamos a ver a la protagonista rebelarse o pelear contra la condición que padece porque la enfermedad se trabaja de un modo extremadamente superficial.
Bella Thorne, quien es una buena actriz, se esfuerza por remar un personaje inverosímil y aburrido que se ve afectado por la falta de química con Patrick Schwarzenegger.
En Estados Unidos la prensa lo mató por esta labor al hijo de Arnold, quien debutó con su primer rol protagónico y la verdad que no es para tanto.
En principio Schwarzenegger Junior no parece haber heredado el carisma de su padre y queda la impresión que estudió actuación en la misma escuela que Scott Eastwood.
Sin embargo, hay que darle tiempo y ver si evoluciona, de otro modo es un poco injusto ensañarse con un pibe que recién comenzó su carrera.
Más allá que los protagonistas no forman una pareja memorable y creíble, el mayor problema de Amor de medianoche pasa por el exceso de melodrama y la glorificación absurda que presenta de una enfermedad.
La única recomendación posible con este estreno es que guarden los pañuelos hasta el próximo romance de hospital que no tardará en llegar a la cartelera.