Este filme que marca el debut detrás de cámara, como director, abre con algo del orden de lo promisorio, no por original sino por infrecuente, no sólo en el cine nacional.
Una voz en off nos va dando señales de lo que vamos viendo en la pantalla, algo así como el intento de mostrar los hilos invisibles que van tejiendo los elementos de lo que se supone es una comedia romántica. Subvirtiendo las reglas del género, el tema “chica conoce un chico”, (modifiquemos por los tiempos que corren).
Que en este mismo incipiente riesgo narrativo se produzcan algunos fallos en su estructura, no sería tan grave sino fuese que le idea no continua y se constituye en el prólogo de una historia de amor.
Terminamos por saber que eso que acabamos de ver es sólo un cortometraje, casi se puede suponer que realizado como trabajo practico de la facultad. Martín (Nicolás Furtado) es el director y protagonista de ese corto, Vera (Natalie Pérez) la actriz.
Pero, fundido a negro, y elipsis temporal incluida, nos encontramos siete años después, son una pareja en plena convivencia, ella realizo un recorrido ascendente en la actuación, mientras Martín se desempeña como director de publicidades, esperando la oportunidad para saltar a la gran pantalla.
El filme peca de falta absoluta de desarrollo de los personajes, la estructura es clásica por sonde se la mira, esa ruptura del principio empieza a sentirse inmediatamente como alargada e innecesaria.
Todo termina siendo un gigantesco lugar común, ni siquiera podría verse como una sumatoria de los mismos, de pronto hay un conflicto en la pareja, más por reclamos de Vera que por lo que se ve en pantalla, se le suma un tercero en discordia, Alejandro (Guillermo Pfenning) el director de teatro del próximo estreno de Vera, personaje que pretende ser el excluyente. En realidad la mayor cataratas de clichés las posee éste personaje, que en la composición de Guillermo termina hasta por ser gracioso
Que el estreno sea justo el día en que, gracias a mal azar, Martín tiene la oportunidad de su vida, hacer el salto que tanto buscaba, que ella reclame por esta situación y que esto derive para Martín en una elección de vida, en su vida, aparece como un poco exagerado o podría verse como un poco egoísta por parte de ella, aunque también es un cliché eso de aura de estrella que le endilgan a algunos actores. No todos.
La tan mentada química entre ellos no se nota, ni desde el primer plano, ni el ultimo. Transitando ambos por registros diferentes, mientras Natalie Pérez despliega su capacidad histriónica como nadando en un mar ya transitado, a Nicolás Furtado se lo ve incomodo, como navegando en aguas desconocidas.
Se agradece sobremanera el evitar caer en lo que actualmente se despliega como políticamente correcto, en tanto producción audiovisual que se precie de tal, no se sabe si porque sólo se circunscribe al relato central.
Pero estamos frente a un texto que más allá de la previsibilidad en la que termina cayendo en aguas estancadas, no produce nada más que el promisorio debut protagónico de Natalie Pérez.
En realidad “Amor de Película”, termina siendo olvidable, o sea una película del montón.