¿Qué pasaría si tu ídolo máximo comenzara a salir con tu reciente ex-pareja? Y no solo es tu ídolo máximo, sino también es la figura de la cual estás obsesionado hace años y rige gran parte de tu vida. Esa es la premisa “externa” de “Amor de vinilo”. Pero tiene algunos condimentos de fondo de los personajes que son mucho más interesantes que la mencionada.
Jesse Peretz presenta esta comedia romántica con un trinomio de protagonistas. Una pareja y un músico retirado. El nexo entre ellos es el fanatismo inentendible del novio por la vieja estrella de rock, pero lo gracioso es que ni bien se termina la relación entre ellos, ella, casualmente, empieza a verse con el ídolo de su ex. Aunque parezca una locura la situación, el director se concentró lo suficiente en hacerla lo más verosímil posible, siempre desde un punto de vista cómico e irónico. El resultado inicial es más que efectivo y consigue enganchar al espectador desde entrada.
Cuando decimos “trinomio de protagonistas” nos referimos a que cada uno tiene su momento en la cinta, en el que se descompone y se dejan a la luz sus verdaderas motivaciones y miedos. Son estos puntos los que conforman la historia interna del film, la cual tiene un desarrollo totalmente distinto a la externa. Son personajes que buscan redimirse, segundas oportunidades, poder vivir lo que no vivieron, básicamente. Esto es lo más enriquecedor de todo el relato y se mantiene muy bien a lo largo de toda la extensión, pero si se lo analiza desde lo que se ve más externamente, se podría decir que decae la trama o va cayendo en puntos comunes, seguros y previsibles propios del género. De todas formas, entretiene hasta el final con la ayuda de momentos y situaciones contextualmente tan ridículas que provocan carcajadas.
También es una película muy musical, como era de esperar por la traducción de su título. Varias escenas con canciones están bien logradas y se saca mucho provecho de ellas. Además de la música, trata tópicos como la idolatración de la gente, así tanto como la humanización de los ídolos. Esa convergencia es otra ironía más dentro de la película que funciona a la perfección.
Los tres protagonistas están muy correctos en sus papeles: Chris O’Dowd, Ethan Hawke y Rose Byrne, siendo esta última la que más se destaca por encima de los demás. El resto del reparto no tiene tanta participación pero se siente lo suficientemente natural la química con ellos.
En conclusión, “Amor de vinilo” no es la gran comedia romántica ni mucho menos. Sencillamente, es una manera poco pretenciosa de contar una historia sobre nuevas oportunidades, que divierte al espectador aunque también sea consciente de sus propios límites, razón por la cual no se arriesga demasiado y se queda en el molde. De todas formas, consigue la buscada satisfacción.