Primer largometraje de Lucas Blanco, Amor en tránsito combina con buenos recursos dos historias de amor urbanas en medio de éxodos y migraciones. Idas y vueltas de argentinos nómadas e indecisos, porque tanto Mercedes (Sabrina Garciarena) como Juan (Damián Canduci) se debaten entre irse o quedarse en el país ante nuevas y desafiantes circunstancias afectivas. Ella termina los trámites que la llevarán a Barcelona donde un novio la espera y él arriba al país tras muchos años de ausencia, y ambos se cruzarán con dos personas que representarán un cimbronazo en sus vidas. Diálogos interesantes en el guión elaborado por Blanco y Roberto Montini, en los que el humor y la melancolía están presentes, van marcando una línea expresiva y dramática que sufre un corte algo abrupto. Porque la última porción del film ofrece una vuelta de tuerca inesperada pero confusa, en un intento de remedar la cinta de Moebius. Más allá de ese cierre no del todo logrado. Amor en tránsito ofrece un aceptable espíritu romántico y porteño, sostenido en parte por un cuarteto protagónico carismático a pesar de ciertos desniveles interpretativos y de marcación. Se destaca la creíble y sensible Verónica Pelaccini, la química entre Lucas Crespi y la bella Garciarena y la participación del siempre eficaz Carlos Kaspar.