Los problemas de la convivencia
Pareja joven, convivencia, miedos, temores, vecinos molestos, paredes húmedas, paranoia y soledad. Otro film argentino ajeno a los grandes presupuestos con una puesta austera y despojada (como El incendio, también estrenada de este año) y dos personajes excluyentes como Dib (Rojas Apel) y Lisa (María Canale) viviendo juntos esos irrepetibles primeros días en sus cuatro paredes, con ambos en trabajos estables pero que, poco a poco y por diferentes motivos, dejará aflorar una permanente e insoportable tensión propuesta por un entorno acosador y molesto. Más que Amor, etc., la primera parte del film podría llamarse "Dib y Lisa en plan de reconocimiento de sus nuevas vidas", ya que los llamados telefónicos intentando comunicarse con la anterior habitante del departamento comienzan a inquietar a la joven pareja. Él, por su lado, toca la batería y soporta los reclamos del vecindario; ella, en tanto, construye un mundo paralelo en el trabajo y en los encuentros ocasionales con su madre y su hermana menor. Pero Dib y Lisa, pese a que se quieren y desean, comienzan a vivir su etapa oscura, a descubrir entre ambos sus zonas erróneas, a plantearse si valía la pena convivir en ese nuevo espacio.
La directora debutante Lizarazu confía en su pareja actoral y vaya si acierta al compenetrarse en las dudas y certezas de Dib (un buen trabajo de Apel) y Lisa, interpretada por María Canale, hoy probablemente la mejor actriz (Abrir puertas y ventanas) sub 30 de un cine intimista. Confía en la química de ambos y en la elección de un naturalismo en la puesta en escena que jamás llega a la cornisa del lugar común y al realismo desbordado que podían insinuar las rencillas y peleas de la pareja.
Como si desafiara las convenciones de cierto atmósfera minimalista y mirara con respeto y tomando riesgos un paisaje más físico y eufórico sin necesidad de caer en el exceso, Amor, etc. es una lograda síntesis de que el cine argentino necesita de esta clase de historias en donde la honestidad y sinceridad de la propuesta le gana por amplio margen al esqueleto argumental que se presenta desde un guión determinado. En ese sentido, quienes sí conviven pacíficamente son la palabra escrita y las decisiones de puesta escena de la realizadora.