Lejos de la zona de confort está el riesgo
El amor, la convivencia y sus vericuetos, tema recurrente del denominado Nuevo Cine Argentino en su etapa más contemplativa, a la que la directora y guionista Gladys Lizarazu parece querer competirle con un miedo al quietismo que moviliza una trama en varias subtramas y personajes. Amor, etc. es una película que si en su primera parte juega con los silencios y con el único espacio, ese departamento que comparten Lisa y DIB, progresivamente se va abriendo y perdiendo el centro narrativo, pero sin dejar que las emociones de aquella pareja dejen de conducir los giros del relato, algunos mejores algunos peores.
Si hay algo que se puede observar en este film, es la habitual ambición de la ópera prima: porque si bien la propuesta es más bien humilde desde su nivel de producción, hay un exceso de metáforas, de imágenes poéticas, simbolismos y de indicios sobre los personajes, como si Lizarazu quisiera expresar el todo en apenas 77 minutos, que es lo que dura su película. Obviamente, de esa forma sólo logra fracasar en el intento, porque es más que complejo tener las ideas totalmente definidas en un primer trabajo. Sin embargo, en el contexto de un cine independiente argentino que tiende más a la contención que al exceso, no deja de ser interesante que la directora arriesgue sumando capas y capas a esta historia que debería ser más bien intimista y pequeña.
Los conflictos de los personajes son clásicos: él parece ser ese eterno adolescente al que le cuesta crecer, ella la chica que hace lo correcto hasta que descubre que se miente y decide salir a explorar. Hay un costado obsesivo en ella a partir de unas llamadas telefónicas equivocadas que recibe, pero es una línea argumental que lamentablemente la película abandona demasiado pronto. Más allá de algunos diálogos un poco sobreescritos, María Canale y Alberto Rojas Apel encuentran el tono perfecto, especialmente en esos momentos de intimidad que comparten, evidenciando que la convivencia es un juego de códigos no escritos que cuando se rompen, se rompen. La clave está, claro, en impedir eso. El dilema: ¿cómo reconstruirlos cuando se quiebran?
Afortunadamente Lizarazu no intenta dar todas las respuestas. Y resulta extraño, pero si bien la directora maneja formidablemente el intimismo y los silencios, decide apostar e ir más allá, con la aparición de personajes que en ocasiones no suman mucho o son un mero estereotipo, como la amiga de Lisa. Sin embargo, lo que se agradece de Amor, etc. es precisamente esa zona fallida donde la realizadora arriesga y se sumerge en un mar de dudas, mucho menos seguro que la comodidad de retratar los tiempos muertos de los protagonistas. Al igual que la vida en pareja, el secreto del cine está en salir de la zona de confort y poner en crisis el propio discurso. Que Lizarazu se haya planteado -tal vez inconscientemente- este desafío en su primera película no hace más que albergar esperanzas hacia el futuro de su cine.