¿Cuántas veces vimos el romance entre un o una enfermo o enferma terminal y alguien? Bueno, es eso mismo, con la (mínima, intrascendente) diferencia de que la enferma en este caso es una persona alegre que acepta su fin y el enamorado renuente es el médico. Una de esas películas diseñadas para la lágrima fácil que manipulan al espectador de modo un poco obsceno, más allá de la simpatía de sus intérpretes.