Steven Spielberg vuelve a la dirección con la remake de un clásico
A finales de los años 50s apareció un musical en Broadway que se volvió icónico, haciendo que en 1961 se estrenara su versión cinematográfica para convertirse en un clásico total que varios realizadores y realizadoras tienen entre sus referentes. Vuelve Amor sin barreras (West Side Story), dirigida por Steven Spielberg.
¿De qué va?
Dos adolescentes de diferentes raíces étnicas se enamoran en la ciudad de Nueva York de los años 50. Nueva versión del legendario musical West Side Story sobre el enfrentamiento entre dos bandas callejeras de Nueva York, adaptación de una famosa obra de teatro de Broadway.
Hablar de Amor sin Barreras es hablar de nostalgia y melancolía. Lo bueno, lo dulce, lo malo y lo amargo de algo que ya no existe. Ni los edificios bombardeados del barrio, ni ese regusto artesanal por el cine que existía en los 60s.
Steven Spielberg lo tiene claro, sabía porqué elegía esta remake para volver a la dirección. En sus palabras:
“Me encanta la película original hecha por Robert Wise con Jerome Robbins. Wise fue un amigo cercano durante muchos, muchos años, y hablé con él sobre la película hasta la saciedad. Y Walter Mirisch, que produjo Amor sin barreras [1961], es otro querido amigo que me contó todo tipo de grandes historias sobre la realización de la película”
“Tienes que pedirte a ti mismo, una y otra vez, una justificación para pisar lo que se siente como terreno sagrado. Todos lo hicimos. El riesgo que conlleva este proyecto no se nos escapa, pero todos los involucrados ingresaron a él con tremendo amor y respeto, rayando en la reverencia, por la obra y obviamente por sus legendarios creadores. De todas formas, también sabíamos que teníamos que hacer una película para nuestro tiempo y hacerla con una comprensión contemporánea, y con los valores contemporáneos a los que nos suscribimos”
Equipo que gana no se toca, y clásico total es difícil entrarle. Pero en este caso, Spielberg se calzó los guantes y decidió mantener mucho de la original, pero a la vez agregando su impronta realizativa de otro nivel.
Ver los movimientos de cámara, los tiempos del montaje, los detalles, las trucas… es una película en la que el director decide recordarnos en la cara porqué es considerado uno de los grandes artistas del siglo XX y XXI…
Cada momento tiene su razón, cada silencio, ritmo, transición, CADA UNO de los elementos audiovisuales se notan estratégicamente pensados para lo que se está contando.
Y a no olvidarse del tema de la música… cada nota enaltece lo que se muestra. Y no es para menos, es meterse con un clásico. Dice el director:
“Esta película es probablemente la más intimidante de mi carrera. Amor sin barreras es, posiblemente, la mejor banda sonora jamás escrita para el teatro”
“Es muy intimidante tomar una obra maestra y hacerla a través de diferentes ojos y sensibilidades, sin comprometer la integridad de lo que generalmente se considera la mejor música jamás escrita para el teatro. Pero creo que las grandes historias deben contarse una y otra vez, en parte para reflejar en el trabajo las diferentes perspectivas y los distintos momentos en el tiempo”
Adentrarse en la experiencia es volver al cine de antaño, que se toma su tiempo para contar las cosas, que no apura el ritmo si no es menester hacerlo. Es poder entender cada razón de cada personaje.
El cast se centra en caras no tan conocidas, permite la frescura pero pueden sentirse algo faltos de técnica y verosímil.
En el caso de las decisiones estéticas, se extraña muchísimo la saturación de los colores de la original, donde estallaban en notas de rojos, amarillos y azules, y que acá se ven apagados y desaturados por la propuesta del director.
Esta versión en clave de xenofobia de Romeo y Julieta sigue siendo cautivante. Será por sus raíces atávicas, sus grandes temas, cierta inocencia… pero lo cierto es que nos atraviesa. Quizás sea la mano de un director que sabe donde y cómo contar. Quizás sea porque no hay nada mas hermoso y terrible que una gran historia de amor. O quizás simplemente que tengamos ganas de sentarnos en la butaca a maravillarnos con un bonito espectáculo de luces y colores.
Y para cerrar, las palabras de su director:
“Lo maravilloso de esta historia es que, no importa cuánto cambie el mundo que nos rodea, las lecciones y conocimientos que nos ofrece no cambian. Es una historia que ha cautivado al público durante décadas porque no es solo una historia de amor, sino también un trabajo culturalmente significativo con una premisa central, que el amor trasciende los prejuicios y la intolerancia, que no ha perdido su relevancia con el tiempo”
“Amor sin barreras significa mucho para muchos, y estoy encantado de tener esta oportunidad de darle nueva vida y compartirla con una nueva audiencia”