El remake de un clásico como Amor sin barreras (West Side Story) era un desafío al que, a priori, pocos directores se atreverían a enfrentar. Lo más probable sería inclinarse por una nueva versión con cambios profundos (de época, personajes, etc.), como fue por ejemplo el caso de A Star is Born. Pero Steven Spielberg ha optado, por lo contrario, a reproducir casi totalmente el clásico de Robert Wise y Jerome Robbins sesenta años después.
La trama es por demás conocida, con el enfrentamiento en Nueva York de dos grupos raciales muy diferenciados: los muy americanos Jets y los portorriqueños Sharks. Hasta se podría afirmar que el director intentó acrecentar el contraste entre ambas bandas, eligiendo para el personaje de María a la joven Rachel Zegler, quien heredó de su madre colombiana rasgos que encuadran bien en su personaje, quizás mejorando al de Natalie Wood en la primera versión.
Resulta evidente el eficiente trabajo de casting, que involucró a unas treinta mil personas y que también acertó en la elección de Ansel Elgert (Baby Driver) en el rol de Tony, superando claramente a Richard Beymer, de la primera versión fílmica.
Comparar a la Anita de Ariana DeBose con la original de 1961 (papel que le valió a Rita Moreno el Oscar como mejor actriz de reparto) resulta más difícil ya que ambas actrices deslumbran encarnando a un personaje importante en la trama, como lo es la hermana de Bernardo, líder de los Sharks.
Que Spielberg haya decidido crear un personaje nuevo (Valentina) interpretado por la que cumplirá 90 años (obviamente Rita Moreno) justo el día en que el film se estrena en Argentina y un día antes en los Estados Unidos, es aun otro acierto de la producción.
West Side Story fue primero una obra musical presentada en Broadway en 1957, con algunas escenas coloridas como la de un baile en un gran salón; particularmente en esta versión se realza el contraste en las tonalidades de la vestimenta de los Jets (verde predominante) con la de los Sharks (rojizo). Es allí donde María y Tony se cruzan por primera vez, con él recientemente liberado de la prisión al haber herido gravemente a un miembro de los integrantes de Puerto Rico y dispuesto a no reincidir en combates junto a los Jets.
La banda sonora de Elmer Bernstein y la letra de las canciones del fallecido Stephen Sondheim no han cambiado, con puntos fuertes en “América”, “Tonight” y “I Feel Pretty”, entre otras.
En esta versión se escuchan con mayor frecuencia parlamentos en castellano, obviamente en los diálogos de los Sharks, realzando aún más las diferencias étnicas que existen entre ambos grupos. El enfrentamiento final, con dolorosas consecuencias para ambas bandas, recuerda a los de Capuletos y Montescos, segura fuente de inspiración de Amor sin barreras. Ese final trágico es sin embargo esperanzador, aunque elevado en el costo de pérdidas afectivas y humanas.