A comienzos de los años ´60 el director Robert Wise sobresalió en Hollywood como una especie de Rey Midas que convertía en sucesos comerciales los proyectos que desarrollaba con una calidad artística excepcional
En apenas cinco años estrenó filmes que con el paso del tiempo obtuvieron la calificación de obras maestras y clásicos de sus respectivos géneros, como West Side Story (1961), The Haunting (1963), The Sound Of Music (1965) y The Sand Peebles (1966).
Wise tenía una versatilidad increíble para pasar de los musicales a las historias de terror y luego al cine bélico con un dominio impecable de esos géneros. Por ese motivo los refritos de sus obras siempre fueron complicados de realizar debido a la jerarquía que poseían las películas originales.
A mediado de los años ´90 Steven Spielberg intentó hacer una remake de The Haunting junto a Stephen King pero durante la producción no se pusieron de acuerdo con tono que debía tener la historia y el proyecto quedó en la nada.
Eventualmente la dirección corrió por cuenta de Jan de Bot que brindó un film insulso donde lo único destacable fue el diseño de producción del argentino Eugenio Zanetti.
King por su parte luego hizo su propia versión con la miniserie Red Rose. En este segundo intento por evocar los clásicos de Wise a Spielberg le salieron mejor las cosas con West Side Story donde consigue un enorme logro que parecía imposible.
La remake tiene la virtud de superar a la original en varios aspectos artísticos que no se pueden ignorar. En principio el director tuvo la inteligencia de respetar el material original y no alterarlo con cambios argumentales modernos que hubieran sido innecesarios en este relato específico.
Un particularidad especial de West Side Story es que más allá de adaptar el clásico romance de Romeo y Julieta en un contexto urbano, las problemáticas sociales que trabaja después de 60 años siguen vigentes en la sociedad actual.
El racismo y la xenofobia hacia el inmigrante, la delincuencia juvenil y la cultura machista que termina por generar muertes sin sentido son temáticas cotidianas que están presentes en todos los continentes.
Por ese motivo, aunque el conflicto se desarrolle en la Nueva York de los años ´50, los personajes conectan con el público ya que las causas de los conflictos que atraviesan siguen vigentes en la sociedad del 2021.
Spielberg entendió perfectamente esta cuestión y por eso eligió no tocarle una coma al texto original ni hacer inventos extraños para satisfacer al fan service de la corrección política. Los cambios aparecen en la narrativa visual con la que se presenta la historia, donde la película deja en claro desde la secuencia inicial quién es el director detrás de las cámaras.
A diferencia del film de 1961 que abría con una obertura de cuatro minutos, la remake va al grano con un fantástico plano secuencia que introduce de un modo más dinámico a la pandilla de los Jets.
A partir del primer número musical, donde establece la tensión entre los personajes, el film elabora un espectáculo muy entretenido que no decae hasta su conclusión por el suspenso y el drama que tiene el conflicto.
Spielberg escogió recrear la experiencia de la obra de Broadway con una puesta en escena más teatral. Si prestan atención a las escenas en exteriores van a notar que en ocasiones los edificios que aparecen en el fondo están pintados como el decorado de un teatro. Sin embargo la gran virtud de esta remake y el motivo por el que para mí supera a la original reside en el casting y las interpretaciones de los protagonistas.
En la producción de Wise las figuras principales fueron dobladas por cantantes profesionales, mientras que el reparto de Spielberg ejecuta sus propias interpretaciones vocales con una labor estupenda.
Muy especialmente ese gran hallazgo del director que resultó ser la debutante Rachel Zagler, quien supera claramente a la versión de María encarnada por Natalie Wood. Cada vez que aparece en escena la rompe con su carisma, la empatía que transmite en el rol y la ejecución de las canciones que son excelentes. Su labor en tema I Feel Pretty no solo le pasa el trapo a Wood sino a muchas actrices que vimos en musicales recientes, donde en algunos casos hasta deberían devolver el premio Oscar que recibieron.
En la misma sintonía se encuentran los trabajos de los personajes secundarios en el que sobresalen también Ariana Debose, David Alvarez y Mike Faist. La diversidad que tenía West Side Story también está mejor representada con el casting del reparto general que reúne la remake.
Rita Moreno, quien fue parte de la película original en esta versión cuenta con una simpática participación en un rol que antes fue encarnado por un hombre y aporta muy buenos momentos.
En cuanto al trabajo de Ansel Elgort (Baby Driver) su labor es decente para tratarse de un actor que no contaba con la misma experiencia en el género musical que sus compañeros que pasaron por espectáculos de Broadway. Elgort brinda su mejor esfuerzo y consigue salir bien parado.
Hace unos meses surgió el rumor en la prensa que a raíz de una denuncia que recibió por una causa de abuso sexual el estudio iba a editar sus escenas para concentrar el film en el rol de María.
Al final eso no ocurrió y el trabajo de Spielberg le otorga al personaje de Tony el mismo espacio que tenía en la trama original. Lo cierto es que el debut en el género del director resultó más que positivo con una gran producción que sobresale entre los mejores estrenos hollywoodenses del año y acerca este clásico a una nueva generación de espectadores.