Bryan Binghman (George Clooney) es un empleado de una empresa de recursos humanos y se dedica, básicamente, a despedir personas en lugar de que lo hagan sus propios jefes. Debido a este trabajo, permanece más de 300 días al año fuera de su casa, de vuelo en vuelo, visitando distintas ciudades de EEUU para cumplir su labor. Esta rutina lo ha llevado a tener otra concepción de la vida, en donde privilegia la libertad por sobre los lazos sentimentales, ya sean familiares o amorosos. No cree en el matrimonio ni por asomo. Su gran obsesión es acumular el récord de millas voladas en una línea aérea. Pero a lo largo de la película, Bryan se va a ir encontrando con distintas personas que le harán cambiar su perspectiva.
Convengamos que el argumento no es original, sin embargo deja al descubierto las nuevas relaciones sentimentales que abundan en el siglo XXI. Ya casi no existe el compromiso, formar una familia es el sueño de muy pocos, ya que el éxito propio e individual se ha convertido en la principal meta de cualquier persona.
Amor sin escalas es una adaptación del libro Walter Kirn escrito en 2001. Aunque el guión de Jason Reitman se torna lento por momentos, la novela de Kirn trata un tópico moderno, con un final que no cae en lugares comunes. La metáfora de estar siempre en el cielo y no plantar raíces en la tierra es lo que más me atrajo de esta película.