Fantasías irlandesas
Curiosa fábula de Neil Jordan, con Colin Farrell.
La carrera del irlandés Neil Jordan es curiosa. A lo largo de casi 30 años, en muchas de sus películas navegó por el terreno de las raras conexiones entre fantasía y realidad. Si bien es más conocido por títulos no fantásticos ( El juego de las lágrimas y El ocaso de un amor ), en filmes como En compañía de lobos, Entrevista con el vampiro y otros lo muestran jugando en esos límites, con mayor o menor éxito.
En Amor sin límites se juega nuevamente en esa frontera, pero en un tono que tiende más a la fábula infantil, contando una historia folclórica acerca de un pescador en la fría costa irlandesa de Cork, que se ha separado, ve poco a su hija (que tiene un problema de salud) y tiene un pasado alcohólico del que quiere recuperarse.
Un día, literalmente, pesca en el mar con su red a una mujer que casi no habla, dice llamarse Ondine y prefiere esconderse en la casa del pescador para que nadie la vea. Annie, su hija, la descubre y cree que es una selkie, una criatura mítica mutada en humana. El pescador, que no sabe bien qué pensar, se va enamorando de esta mujer mientras algunas situaciones sospechosas comienzan a acumularse. ¿Será tan fábula el asunto como Annie cree o la realidad de Ondine es mucho más dura y mundana? Como filme familiar, Amor...
es tortuoso y cruento, entre la enfermedad de la niña, el alcoholismo del padre y las revelaciones brutales de la trama. Y como drama para adultos es bastante banal, más allá de la contenida actuación de Colin Farrell, la encantadora Alison Barry (Annie) y Alicja Bajleda, en el rol de la mujer misteriosa.
El nivel de crueldad se acrecienta sobre el final, donde la salud y hasta la vida de Annie están en peligro. Hay emoción, también, pero se siente más forzada que ganada con recursos limpios. En suma, otro paso en falso para un director que hace ya más de una década no realiza un título memorable.