Una fábula que desnuda su fragilidad
Las tradiciones son ricas en leyendas y, entre éstas, hay algunas que todavía circulan en el norte de Irlanda, donde aún se habla de las ondinas, seres que pertenecen al mar pero que pueden establecer relaciones con los humanos. Apoyado en esta creencia popular, el director de "Amor sin límites" entrecruza las vidas de un pescador joven y separado, que convive con su pequeña hija enferma, y la de una mujer que queda atrapada en las redes de un barco pesquero. Basado en ese punto de partida, Neil Jordan presenta una historia que mezcla esperanzas con realidades y que se va macerando lentamente en un romance que une a la pareja que terminan formando el pescador y la joven rescatada. La pequeña hija del marino es quien alimenta el ancestral mito de la ondina, quizá porque sea quien más sufre la desesperanza a la que la lleva una cruel enfermedad y sueña con algún poder sobrehumano que consiga poner las cosas en su lugar. Con correctas actuaciones de Colin Farrel y Stephen Rea, y la sugerente presencia de Alicja Bachleda, la película se mantiene a flote. Más allá de que lo mágico rápidamente se revela como apariencia vacía y la realidad –como siempre sucede- resulta mucho más pedestre, la excelente fotografía del filme, los escenarios y la música con que cuenta la obra, justifican sentarse en una butaca durante los 103 minutos que dura la proyección.