Es una historia romántica entre un seductor compulsivo, capaz de cualquier engaño y cambio de personalidad por diversión y una mujer inteligente y culta. La idea es demostrar que uno de los protagonistas es el más vivo de todos. Puede jugar a que es el ejecutivo que espera un asistente a la salida de un vuelo, abordar el remise de otro y volver después en taxi al aeropuerto a buscar su auto. Tal es su grado de idiotez que cultiva con ahínco. Como fingir que es paralítico para seducir a su vecina sexy. Pero las cosas se le complican y mucho. La película tarda en encontrar su camino a una cierta empatía con este hombre. En cambio la protagonista femenina esta mejor y más sintéticamente presentada y será la encargada del “twist” argumental que finalmente encauza al filme como para salir con una media sonrisa del cine. Los actores son excepcionales. Frank Dubosc es el protagonista que recurre a todos sus recursos para dotar a su personaje de cierta humanidad. Es también el director no tan efectivo que se demora mas de lo necesario y soportable con ese mismo personaje. Alexandra Lamy derrocha encanto y salva con su composición todo un andamiaje que sin ella rodaría a lo obvio. Los dos secundados por un buen elenco. Un entretenimiento módico.