Romance lejos de lo trivial.
La comedia francesa más comercial tiene una cita con la cartelera desde que Amigos Intocables se convirtiera en uno de los éxitos inesperados más incontestables de taquilla en los últimos años. Funcionando como film seminal, un montón de propuestas similares a rebufo intentan copiar la fórmula con el firme objetivo de hacer negocio a costa del humor blanco con discapacitado incorporado. En ese aspecto, las distribuidoras le disparan con perdigón a todo lo que huela parecido, con la esperanza de que se repita el taquillazo.
Jocelyn (Franck Dubosc, visto en títulos como en la aquí inédita Camping o la más conocida Disco) es un exitoso hombre de negocios, misógino y egocéntrico. Para tratar de seducir a una joven cuidadora se hace pasar por parapléjico, pero su plan dará un giro inesperado cuando ésta le presente a su hermana Florence (Alexandra Lamy, auténtica revelación del film quien se está afianzando en este tipo de roles cómicos con títulos similares como Historias de una indecisa o Vuelta a casa de mi madre), que necesita utilizar silla de ruedas por su incapacidad, y se enamora de ella.
El tema y la forma superficial de plantearlo hacían muy posible su deriva hacia una comedia empalagosa o zafia. Pero no, la historia transcurre engrasada y coherente, con situaciones y ocurrencias divertidas, con unos buenos secundarios y un romanticismo ligero pero eficaz, gracias sobre todo al atractivo y buena sintonía de la pareja protagonista. Quizá ella roza la frontera del exceso con su actitud positiva y sonriente, pero se le perdona porque no llega a traspasarla.
La actuación de los protagonistas roza la excelencia y se ve acentuada por unos secundarios que acompañan a la trama de manera brillante. Cuando piensas que no puede ir a más, en la siguiente escena se supera con creces. El romance entre ambos es real como la vida misma: se cocina a fuego lento sin caer en sobresaltos ni en las típicas tonterías de enamorados. Mención aparte requieren los escenarios y las localizaciones, de los cuales se sirve el director para dotar de una mayor relevancia al drama o a la comedia en función de su espectacularidad (el restaurante en Praga, la catedral de Santa Teresa, la cena en su casa) o sencillez (comida china, partido de tenis…) pero siempre en su justa medida.
Es una comedia distinta a todo lo que estamos acostumbrados a ver, la premisa es tan retorcida que el espectador está preparado para cualquier cosa, pero aún así el buen hacer del guion, hace que veamos grandes momentos, la interpretación es muy natural y convincente. Se pasa un buen rato, es graciosa, sutil y divertida.
Dejando a un lado la trama, lo mejor de la película es la banda sonora. No suele ser el principal elemento sobre el que incida ni me fije, pero en esta ocasión se supera a sí misma. Hay de todo un poco y de lo poco lo mejor. Baladas italianas, música clásica, pop, rock… hasta hip hop, manteniéndose siempre dentro del mismo tono armónico y dotando a la película de un dramatismo y sencillez épico. Para descargársela en Spotify…
Por último vale la pena reivindicar el trabajo de una pléyade de secundarios que funcionan como contrapunto ideal de la pareja protagonista: Elsa Zylberstein (Con los brazos abiertos) como la secretaria del protagonista, Gérard Darmon (Astérix y Obélix: Misión Cleopatra) como un amigo de Jocelyn, Caroline Anglade como Julie, la hermana de Florence y Laurent Bateau (Un seductor a la francesa) en el papel de Lucien.