El milagro de amar.
¿Qué sucede cuando gana el amor? Una verdadera transformación en todos los aspectos de la vida y fundamentalmente el cambio radical al sentirlo por primera vez, sin importar edad ni condición.
Jocelyn (Franck Dubosc) es un exitoso hombre de negocios, cincuentón, apuesto e irresistible, quien escapa de la realidad constantemente, bromeando sobre cuestiones de toda índole. Al morir su madre, en medio de una situación confusa, se hace pasar por parapléjico para seducir a una joven; lo que le representa en principio un problema, para luego dar un giro inesperado cuando la señorita le presenta a su hermana Florence (Alexandra Lamy). Florence vive con una profundidad y sentido que llena el enorme vacío de Jocelyn, puesto que detrás de ese exitoso hombre, sólo coexiste un inerte corazón. Ahora deberá conquistarla con la fuerza de su amor, algo que, a su edad, aún desconoce. Él se siente atraído inmediatamente por ella, admira su genuina felicidad y varios talentos. Es que se trata de una luchadora que supo vencer los obstáculos que se le presentaron en la vida y transformarlos en logros.
Franck Dubosc es protagonista, director y guionista de esta comedia romántica francesa, que trata un delicado tema como es el de la discapacidad con total respeto, lo cual es muy admirable; y, por otro lado, emocionante transitar junto a él esa real transformación, hábilmente. Tratándose de un proceso y no de un cambio abrupto, el desarrollo resulta creíble. El film es divertido, tierno, sorpresivo, y, en este mundo tan frívolo, -de amores y relaciones vacías y al paso- es bellísimo ver en pantalla grande estos cambios tan dramáticos que ocurren en la vida de los protagonistas y en la vida real, que no pueden pasar desapercibidos por el espectador y nos brindan lecciones sobre la especial sensibilidad que poseen las personas con discapacidad y el milagro del verdadero amor. Son destacables las actuaciones de Franck Dubosc (Disco) y Alexandra Lamy.
Nos llevamos varios mensajes, entre los cuales destaco el siguiente: se puede ser feliz con cualquier tipo de discapacidad, siempre y cuando recuerdes usar tu corazón sin miedo ni reglas. Quizás no utilizarlo sea la mayor discapacidad como podría atestiguar el mismo Jocelyn.