“La vida es muy corta para vivirla en Resignación”, dice con razón un personaje. Y así, en mayúsculas, porque es el pueblo donde los adolescentes Agustina y Pedro intentan descubrir y concebir lo que es el verdadero amor.
Son jóvenes -chicos-, están por descubrir advertir que el amor no es lo mismo que el sexo, y quienes los rodean y cómo viven sus vidas son como aditamentos, apéndices de lo que ellos dos son... aunque aún no lo sepan.
Diego Lublinsky (3 minutos, Hortensia) tiene una marcada manera de dirigir sus largometrajes. La manera en que hablan, la dirección de arte, su vestimenta, aquí incluye actores proyectados sobre un fondo.
Como la madre de Agustina está Paola Barrientos, que sin llegar al estilo de su rol en Tarascones, se compra rápido al espectador. El elenco es mayoritariamente adolescente, casi como la mirada que posa Lublinsky a la hora de hablar de las preocupaciones de sus protagonistas. La película, sin ser desprejuiciada, muestra suficiente desparpajo y necesita el guiño cómplice del público. Al menos, eso ayuda bastante.