Universo artificial de amor
La sinopsis oficial de la película reza “Ajenos a la obsesión sexual que invade al resto de los adolescentes de su pueblo”, al referirse a sus dos jóvenes protagonistas. Pero al ver Amor urgente (2018), la tercera película de Diego Lublinsky, nos remite a todo lo contrario. Esto no es algo malo. El film es un extraordinario retrato sobre el amor en tiempos anteriores, la inocencia y la construcción de vínculos verdaderos.
Pedro y Agustina se conocen en Resignación (un nombre inventado curioso para un pueblo ficticio). Ella arriba a un barrio con reglas propias y particularidades, en el que Pedro ya vivía hace un tiempo con su familia. Ambos se cruzan en lugares comunes: el colegio, las fiestas, y de a poco comienzan un vínculo –primero de amistad, luego amoroso- bajo la mirada de sus compañeros. Van despacio, se toman su tiempo y, sobre todo, encaran una relación de profundo compañerismo y confianza. Este vínculo es distinto al de los demás adolescentes del lugar y eso llama la atención de todos.
Pero Pedro y Agustina no quieren ser menos. Además de este vínculo bien cuidado por ambos, su necesidad de estar juntos sexualmente es palpable, aunque ninguno de los dos lo demuestre o admita. Es por esto que da la sensación de que la película de Lublinsky gira en torno a esto todo el tiempo. Y es lógico. Son adolescente que pasan mucho tiempo juntos y tienen las hormonas revolucionadas. Así el film se apoya en un tema particular: la primera vez.
Esta trama simple, simpática, nostálgica, se representa con un recurso más que original: escenarios teatrales con retroproyecciones que van acompañando todo el tiempo a los personajes. Unas hermosas fachadas de casas, balcones, puertas, ventanas y calles de tierra que nos remiten al cine más clásico, en el que veíamos a la rubia conduciendo un auto por la carretera mientras detrás suyo se pasaba una película en una tela de fondo. Cuando vemos esto, sin duda, no podemos hacer más que sonreír.
Este coming of age resulta ser una apuesta arriesgada para el cine de estos tiempos pero a su vez una grata sorpresa. Al principio esta forma de representación seguramente desconcentre un poco al espectador, pero hay que entender su esencia y sentido para poder disfrutar de Amor urgente. A los actores quizá les falta un poco de couching (excepto en los casos de Fabián Arenillas, Gonzalo Urtizberea y Paola Barrientos) pero esa no versatilidad se diluye en este combo de artificialidad buscada y simpatía desbordante.