Hablada con el inglés de la reina, ambientada en los círculos de la nobleza del siglo XIX, con cortejos y música de consort, pareciera que Amor y amistad es apenas otra adaptación del canon de Jane Austen, cuando es mucho más que eso. La película toma Lady Susan, una novella de Austen, y da a todos los elementos mencionados un giro sarcástico, al tiempo que nos adentra en ese tiempo y espacio: más que un estereotípico film de época. El director Whilt Stillman y las actrices Kate Beckinsale y Chloë Sevigny vuelven a reunirse mucho después de Los últimos días de la disco (1998), y la buena química se traduce en el resultado. Beckinsale compone a una Lady Susan tan excesivamente manipuladora que acaba resultando grotesca, casi tanto como el estúpido Sir James Martin (Tom Bennett), a quien quiere casar con su hija Frederica (Morfydd Clark) para que otro pague sus estudios. Los cálculos son permanentes, Lady Susan se adapta a cada cambio de escenario (cómo retener a DeCourcy sin resignar a Lord Manwaring) y siempre hay una cita punzante (“los americanos son desagradecidos; recién los entendés cuando tenés hijos”).