Alta comedia de modales
Es la dupla que nadie imaginaba, pero ahora es imposible entender por qué. Cómo fue que hubo que esperar tanto para que ocurriera lo que ahora parece inevitable: la sociedad entre el director Whit Stillman y la autora Jane Austen. Tal vez haya tenido que ver con el respeto que el realizador norteamericano siente por la novelista británica, tan evidente en Amor y amistad, su adaptación de Lady Susan, la novela corta de Austen, uno de sus primeros trabajos, que se publicó después de su muerte. Lo cierto es que el director de esas pequeñas grandes películas sobre los usos y costumbres de los jóvenes de clase alta de la sociedad norteamericana que son sus films Barcelona, Los últimos días del disco y Metropolitan entendió a la perfección las claves de la narrativa Austen. En el centro del relato conviene tener a un personaje ingenioso, carismático y algo egocéntrico, esa última característica es optativa, claro, pero en el caso de Lady Susan se cumple a rajatabla. La viuda va por la vida usando su inteligencia y su habilidad retórica para conseguir lo que quiere. Aunque más allá de todos sus métodos de manipulación, sus opciones son limitadas: es una mujer sin dinero ni propiedades en la Inglaterra de la regencia. Sus únicos bienes son su belleza y su reputación. La primera nadie la pone en duda; sin embargo, la segunda está en cuestión desde la primera escena en la que Lady Susan y su hija Frederica salen casi huyendo de la mansión en la que se alojaban. Luego la astuta viuda pintará el cuadro con colores mucho más bellos y apacibles cuando lleguen de improviso a la casa de su cuñado, un bonachón terrateniente que no encuentra nada cuestionable en la conducta de su familiar ni en su visita espontánea. La señora de la casa, por supuesto, está bastante menos tranquila con la huésped.
Con la justa medida de liviandad e ironía, pero sin perder de vista el contexto del relato, Stillman guía a sus personajes con soltura por las particularidades de la comedia de modales. Cada uno de sus actores, desde la perfecta Kate Beckinsale como la seductora Lady Susan hasta su compinche de correrías, interpretada por Chloë Sevigny -dos actrices habituales del cine de Stillman-, pasando por los varios actores secundarios que las rodean, aportan sensibilidad y humor al entretenido cuento.