Las expectativas del amor
En toda historia de amor hay una curva ascendente y otra descendente. La ascendente es la que tiene su clima en el momento de mayor plenitud, que es cuando la pareja alcanza su apogeo, mientras que la descendente es la desilusión, cuando el ideal romántico que se tiene del otro se desvanece y la cruda realidad se presenta sin tapujos.
Amores frágiles (Amori che non sanno stare al mondo, 2016), que en el original se llama Amores que no saben estar en el mundo, título con mayor relación con aquello que el film representa, trata sobre ese estado de tragedia amorosa que toda pareja experimenta ante una ruptura: el sentimiento de que se acaba el mundo. Así la película comienza y se desplaza, con el foco puesto en Claudia (Lucia Mascino), que espera con ceguera el retorno de su amado Flavio (Thomas Trabacchi) que no piensa volver.
Ambos se presentan como almas que divagan en busca de la felicidad suprema que sólo el amor parece poder dar. Sus profesiones -son docentes de literatura en la universidad- los ubican en el plano intelectual pero también, en un ideal romántico que parece inalcanzable en sus experiencias. Sin embargo, la película de Francesca Comencini realiza saltos temporales al origen del romance, aquellos episodios en donde todo fue mejor. Pero no con un fin sólo nostálgico, sino para demostrar que los instantes de felicidad son fragmentados en el tiempo muy fugaces. Ante esta realidad los personajes hacen su duelo.
En los episodios catedráticos, espacio que da origen al amor en todas sus formas (el amor por admiración al profesor, por pasión por la literatura o por la discusión política e intelectual), se plantea a modo de chiste la teoría hétero-capitalista, que alude al ensayo de Beatriz Preciado (ahora Paul Preciado), acerca del valor de la edad que tienen las mujeres según el mercado sexual. Otro de los momentos logrados de la película.
La historia continúa con los destinos erráticos de Claudia y Flavio, la pareja rota del inicio. Los dos van en busca de las expectativas que el amor supuestamente trae consigo. Lo que encuentran es un sentimiento de insatisfacción constante, por eso cuando rehacen sus vidas es con un ser amado diferente al imaginado, en una rara fórmula que iguala amor sin expectativas con aceptación.
Amores frágiles se instala ahí donde otras películas románticas evitan hacerlo: El lugar incómodo, vulnerable y hasta humillante que el amor trae como consecuencia. Y lo hace de manera sensorial sobre ese estado de situación, en un film agradable y ameno y hasta reflexivo sobre el sentimiento de mayor valor en nuestra cultura.