La causalidad de ser distintos
El amor, en “Amores infieles” (Third Person) es el vértice, el punto de inercia inicial que une tres historias que parecen tan distantes y diferentes entre sí, cuando en realidad tienen más puntos en común de lo que parece a simple vista. El director Paul Haggis echa leña al árbol caído y continúa calentándose en el camino que promulga desde “Crash” –ganadora del Oscar en 2004-, aunque sin los mismos logros. Liam Neeson, dejando las balas y la acción para el estreno de su otra película de este jueves -“Una noche para sobrevivir (2015)”-, se pone en la piel de un escritor neoyorquino recién separado de su esposa (Kim Bassinger), él además conlleva una relación de odio y pasión con su amante, Olivia Wilde.
Las ciudades de París, New York y Roma desvisten las cualidades y temores de cada uno de los personajes. Moran Atias encaja a la perfección con la capital italiana: robusta, morena y una personalidad imponente y sensual. Adrien Brody personifica a un norteamericano de traje y zapatos perdido en los pasajes de Roma, un tanto escéptico con el tono y la esencia local pero que cae en los encantos de Atias. En Francia, Neeson busca la inspiración para su novela en amores más jóvenes e intensos, como la bella Wilde. Tal vez sea la historia de Mila Kunis Y James Franco la que menos aparece en escena y la de pocos cambios. Sin embargo, esa falta se suplanta en una de las escenas de más tensión y dramatismo de la película, que termina de explicar la razón del grado de complejidad de la ex pareja.
“Watch me” (mírame)-curiosamente, en los posters en español omitieron la frase-, es el puntapié inicial para el inicio del film. Es la frase desencadenante en cada hecho importante de los personajes: es el punto de inflexión de lo que está a punto de cambiar; la palabra secreta o cliché que tendrá consecuencias relevantes. A su vez, el espectador toma conciencia de ella en las últimas líneas del film, donde esas grandes historias se entrelazan para formar una sola.
“Amores infieles” es una película que cambia constantemente a cada paso que da u hoja que se pasa. Debido a esto, el tejido de la obra cada vez va siendo más complejo para entender y deducir a qué punto quiere llegar el director con cada una de las historias. Haggis utiliza la línea compositiva de “Crash” pero sin la misma fineza, con errores en la estructura narrativa y en su organización. El elenco cumple con las expectativas que genera con grandes participaciones, algunos con mayor protagonismo que otros, brindando a la película momentos tanto dramáticos como intensos.