Vidas cruzadas
En esta historia coral hay mensajes en papeles que se pierden y aparecen en manos equivocadas, mensajes de amor imposibles de borrar del teléfono y un escritor que usa diálogos de sus relaciones para incluir en sus novelas. Claro que Michael (Liam Neeson) no es el único escritor de esa raza pero, al decir de Anna (bellísima Olivia Wilde), él vive a través de sus personajes y se nutre de sus víctimas de carne y hueso. Alrededor del torbellino entre Michael y Anna en un hotel de París giran las historias de Julia (Mila Kunis), una neoyorquina a quien su ex niega la visita a su hijo, y Scott (Adrien Brody), un plagiador de diseños de alta costura que en Roma se ve envuelto en una relación indefinida entre secuestro, estafa y triángulo amoroso. Si lo dicho resulta intrigante, en la práctica es ambicioso, pueril. El vínculo de las tres historias se devela a medida que promedia el film y no alcanza a sustentar el interés ni la existencia de las tramas paralelas. De haberse centrado en las idas y vueltas de Michael y Anna en el hotel parisino, la historia podía haber funcionado, pero Paul Haggis, guionista de Million Dollar Baby y guionista y director de Crash: Vidas cruzadas, tuvo la ambición –aunque no el talento– para redondear algo más grande.