Amores infieles

Crítica de Mariano Ojeda - Loco x el Cine

Las conflictivas historias de amor de tres parejas ubicadas en Nueva York, París y Roma están levemente conectadas en Amores Infieles , la última exhibición de narración múltiple, en este caso media enroscada, del director y guionista británico Paul Haggis (Crash). Con un excelente elenco, encabezado por Liam Neeson , Adrien Brody , Mila Kunis y James Franco, que intenta mantener la historia en un alto nivel de dramatismo pero solo lo logra de manera dispar. Aunque hay momentos de goce y gran nivel cinematográfico, solo son eso, momentos.

La historia que más se destaca es la de un escritor llamado Michael (Neeson) que desde su suite en un hotel de París, intenta reescribir una novela. Un trabajo que es interrumpido por la llegada de su amante, la joven llamada Anna (Olivia Wilde). Distanciado de su esposa (Kim Basinger, correcta), y viviendo este apasionado y juguetón affaire, Michael convive con los vaivenes de inspiración, una vieja tragedia familiar y las manipulaciones de la joven, la cual decide someter al escritor a más de una situación que se irritante. Ambos actores desempeñan bien su papel y Haggis se reserva los mejores diálogos del film para esta pareja. Wilde protagoniza una hermosa escena, divertida, que hace sentir la atracción y química que existe entre ellos dos, cuando ella trata de seducir al escritor llegando al cuarto de este y ofrece devolverle la bata que se había llevado, Luego de que ella queda completamente desnuda, él le cierra la puerta en su cara y ella, como dios la trajo al mundo, debe cruzar los pasillos del hotel; en ese momento brilla la actriz plasmando el placer por la broma que él le jugó, de los momentos más divertidos de la película y que definen a los personajes a la perfección.

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Como si fuese el cuento de la Cenicienta, el episodio de Roma comienza en un bar bastante añejo, donde Sean (Brody), un diseñador de ropa norteamericano que roba diseños de grandes marcas italianas, conoce a una hermosa gitana de origen rumano (la israelí Moran Atias) vestida como una bailarina de flamenco. Monika, además de una hermosa mujer, emana dignidad altiva y rechazo por todo lo que representa la imagen de Sean. Luego de un confuso hecho con el bolso de ella y el dinero en el interior de este, él se enreda en una historia que comienza como una comedia y finaliza como un drama. De lo más flojo del film.

En la tercera historia, la de New York, Julia (Mila Kunis) mantiene una contienda legal con su ex pareja para intentar ver a su hijo. Ella fue acusada por su ex, un pintor reconocido (James Franco), de golpear al niño en el pasado y debido a ese hecho, pierde la tenencia. Una gran actuación de parte de Kunis, en la cual su personaje debe mantener a raya los demonios internos y conservar un trabajo estable, requisitos exigidos por su abogada (María Bello) para mejorar poder alcanzar el objetivo de recuperar a su hijo. Aunque en esta historia el papel de malvado le haya tocado a Franco, lejos de interpretar a un villano en toda su filmografía, una escena destacable es la que el pintor intenta conectar con su hijo, un jovencito disconforme con el presente que le toca vivir y donde el arte y la pintura no logra unir esos lazos forzados de padre-hijo. Esta historia es la más parecida a la atmósfera generada en Crash (2005), film que le valió a Haggis un Oscar a Mejor Película, Mejor guion y Mejor Edición.

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Conclusión: Neeson está bien elegido para el papel, un hombre tan lleno de luces y sombras que resulta interesante su historia con la hermosa aprendiz interpretada por Wilde. Ella en un alto nivel actoral pero desperdiciada. Kunis y su personaje le aportan a la historia una inyección de intensidad, el viejo concepto de cruda realidad y sostiene, sin esfuerzo, la clave de película ambigua, que conduce al bien y el mal todo el tiempo. Una película que depende de momentos, donde la construcción global no llega a concretar una gran obra y menos con un final forzado y anunciado.