¿Por qué era necesario contar esta misión llamada Rogue One? En primera instancia porque ya se conoce el potencial que tiene una historia proveniente de este universo. Toda una mitología, una galaxia para explorar llena de historias. Algunas más importantes, otras menos. Pero el robo de los planos de la Estrella de la Muerte fue el puntapié inicial de la saga. ¿Quiénes estuvieron detrás de esta hazaña? Eso es lo que cuenta Rogue One. Por otro lado, esto le permite a Lucasfilm realizar películas que no tengan la misma premisa ni el mismo tono, pero que conserve el espíritu de la saga iniciada en los 70. Es válido afirmar que Rogue One tiene muchas escenas de acción, como de costumbre, pero también algo del cine de espionaje y bélico. En el marco de una Ópera Espacial, resulta una inmejorable oferta. Rogue One: Una historia de Star Wars (Rogue One: A Story of Star Wars) se trata de la precuela del primer episodio estrenado en 1977, o sea, ya se sabe a dónde apunta la historia y el resultado de la misma. La novedad es que sigue a quiénes estuvieron detrás de la hazaña de conseguir los planos de la estrella de la Muerte y cómo lo lograron. Enmarcada dentro del universo creado por George Lucas, Rogue One posee una identidad propia, que es lo que se le pedía a sus creadores y que Gareth Edwards (Monsters, Godzilla) tuvo que ejecutar. Y lo logra con creces. Edwards consigue impregnarle un espíritu propio a la película, pero a la vez conserva la llama “Star Wars” desde su estética, las referencias constantes a la historia ya conocida, personajes clásicos de la primera trilogía (grandes sorpresas) y nuevos, provenientes del universo expandido y de las series animadas. Por otro lado, Rogue One puede disfrutarse de forma independiente a las siete películas de la saga. Si usted, espectador, no vio nada de La guerra de las Galaxias, no se haga problema porque va a disfrutar 100% la película. Es más, cualquier espectador que disfrute del cine bélico o de espionaje, también quedará satisfecho con un buen número de escenas y un cierre de antología. Ojo, no se olvide que también hay naves, rayos lasers, androides, etc. La película no sólo se puede ver de manera independiente al resto, sino también encaja a la perfección en la línea de sucesos ya conocidos. La inclusión de viejos personajes como Darth Vader, la elección del vestuario, la construcción de escenarios, y el debut de K-2SO –de lo mejor de la película- como un androide del imperio que fue reprogramado, son herramientas que le permiten a la película brillar como un nuevo y digno capítulo de Star Wars, pero a su vez, convertirla en un episodio distinto, fresco y nuevo desde muchos sentidos. Por el lado del elenco, Felicity Jones se luce. Ella continúa con su buena racha, ya que en los últimos años participó de grandes producciones (La teoría del todo, Inferno, Un monstruo viene a verme) y en Rogue One construye un personaje al que no le pesa el protagónico. Su actuación no es descomunal, pero le da vida a una Jyn Erso que está a la altura de encabezar “una de Star Wars”. La acompaña Diego Luna como el capitán Cassian Andor, y pese a que por momentos no se puede despegar al personaje del actor, cumple su función. Y, como bien se mencionó antes, el androide K-2SO al que Alan Tudyk le pone la voz, es el mejor ingreso a la franquicia por lejos. No, no esperen un personaje al estilo C-3PO, R2-D2 o BB-8, ya que el androide negro mate de casi dos metros tiene un carácter bastante especial y un humor muy ácido. A diferencia de los otros títulos de la franquicia, aquí Lucasfilm invierte un dinero importante en contratar a figuras ya consagradas de Hollywood e incluye en el reparto a actores como Ben Mendelsohn (Mississippi Grind), Mads Mikkelsen (Doctor Strange) y Forest Whitaker (The Last King of Scotland). El primero interpreta al villano Orson Krennic, miembro del Imperio encargado de darle forma al proyecto de la Estrella de la Muerte, el segundo a Galen Erso, padre de Jyn, científico diseñador de la Estrella de Muerte y especialista en los cristales Kyber, los cuales le dan el poder a los sables laser. Por último, Whitaker le da vida a Saw Gerrera, una especie de mentor o padre adoptivo de la joven Jyn. ¿Por qué la necesidad de contratar actores ya reconocidos y destacados por su nivel actoral? No porque Star Wars necesite de esos nombres para funcionar en las salas, sino porque es una sola película, una única aparición y quizá prefirieron apostar a estos actores para asegurarse que permanezcan en la memoria de todos por sus notables interpretaciones. Cabe destacar que está confirmada la no continuidad de este título. Imposible olvidarse de las actuaciones Donnie Yen (uno de los actores y coreógrafos del cine de artes marciales más populares de los últimos años), Riz Ahmed, que viene de brillar en la miniserie The Night Of y Jiang Wen quienes interpretan a la otra parte del grupo que acompaña a Jyn Erson en su importante misión. Mención aparte para el regreso de James Earl Jones como la voz del mismísimo Darth Vader. Impecable en su trabajo. La magia sigue intacta. Por el lado del relato, se nota el trabajo extremadamente detallista de sus guionistas. Chris Weitz, Tony Gilroy, John Knoll y Gary Whitta fueron los encargados de darle forma a esta obra desde el guion, y vaya que lo consiguieron. Quizá, la parte más débil de la película esté en la manera que distribuyen las historias de los nuevos personajes. No la extensión que se le da a cada uno, sino la forma en la cual están ubicadas estas subtramas. Nada para preocuparse, pero hay un notorio bajón promediando el film. En la previa, mucho se habló de los problemas que ha tenido Rogue One: Una historia de Star Wars durante su rodaje. Se dio a entender, más de una vez, que la participación de Tony Gilroy llegó a tal punto que volvió a escribir y dirigir escenas ya filmadas por Gareth Edwards. También se rumoreaba que el guion pasó por muchas etapas hasta que se consiguió la versión que deseaba Disney. Versiones que quedarán enterradas u ocultas bajo siete llaves. Lo cierto es que Rogue One, pese al proceso de desarrollo y realización, está muy bien y no es comparable con las otras entregas de la saga, sino que es funcional a ellas. Hay un espíritu Star Wars (episodio IV, V y VI). Hay personajes dignos de pertenecer a este universo. Hay revelaciones y momentos para la emoción. Hay más información acerca de los conflictos internos tanto en el Imperio como en los Rebeldes. Hay nostalgia. Hay personajes nuevos y viejos. Hay guerra. Hay batallas. Hay un nuevo conflicto entre padres e hijos. Hay amistad. Hay un robot que se compra al espectador. Hay épica. Hay una promesa implícita en respetar lo que se realizó en la primera trilogía. Pero por sobre todo, y lo más importante, hay una nueva historia de aquella Galaxia muy muy lejana lista para estrenarse. ¿A quién le importa el proceso que debió pasar la película para llegar a la última versión? A muchos, pero a la mayoría, seguro que no.
Otra película de la década del 70, puntualmente de 1977, año en el que también llegó Star Wars al cine, es tomada como punto de partida para una nueva versión cinematográfica, en este caso de Mi Amigo el Dragón. Estamos ante un film que posee un director que proviene del cine independiente, David Lowery, y que transcurre en algún momento de los 90 o principios del 2000: aquí Disney mezcla un personaje animado con actores y escenarios reales para narrar maravillosamente las aventuras de Pete y su particular amigo, Elliot. Disney volvió a ser Disney parcialmente luego de El Buen Amigo Gigante (The BFG, 2016). No porque la película dirigida por Steven Spielberg haya sido mala, sino porque le faltó chispa, esa magia y empatía características de la fábrica de fábulas animadas. Con Mi Amigo el Dragón, la cual homenajea a obras de género fantástico como Cuentos Asombrosos, La Historia sin Fin (imposible no pensar en este film en una escena particular que involucra a los dos protagonistas), El Gigante de Hierro, otra vez E.T. El Extraterrestre y Cuenta Conmigo (luego de ser manoseadas por los fans y la crítica de series como Stranger Things); hoy Disney toma su propia película y la resignifica por completo. Contrata a un director casi ignoto para que reimagine una historia llena de mensajes positivos, excelentes actores y una bestia más que encantadora. En la segunda “reversión” de Disney del año (ya que también se estrenó El Libro de la Selva), se distinguen varios puntos en común entre las dos remakes. Esta historia sigue a Pete (Oakes Fegley), un niño de apenas cinco años que, durante un viaje con sus padres, sufre un accidente en la ruta y estos pierden la vida. Pete, aferrándose a su mochila roja y a las últimas palabras que le regaló su madre, queda solo en el medio del bosque hasta que aparece un Dragón verde con un colmillo partido y un rostro similar al de un perro. Su tierna mirada y la del pequeño y temeroso jovencito se unen para dar inicio a una relación que durará seis años de manera ininterrumpida. La llegada del hombre y sus máquinas, su codicia y sus ánimos destructivos (aquí encontramos referencias a la obra de Herman Melville), aparecerán para contaminar esta hermosa relación inocente y de amor puro. Pero en el medio se encuentra Grace (Bryce Dallas Howard), una luchadora de la preservación de los bosques que empatiza rápidamente con Pete. Apta para todo público, tanto niños como adultos serán testigos de una obra pensada verdaderamente para todos, donde los más pequeños recibirán un mensaje positivo, lleno de esperanzas, de sueños y generador de sentimientos como la valentía y el respeto a la naturaleza. Pero la propuesta también apunta a los adultos, con otro tipo de mensaje, uno más comprometido que abarca muchos frentes: el concepto de familias ensambladas, el amor y la comprensión hacia los más jóvenes, y el hecho de creer en las ideas y sueños de los niños y, sobre todo, en sus cuestionamientos. La película alimenta la percepción. A diferencia del film dirigido por Spielberg, la historia de Pete y su Dragón color césped sintético tiene alma, cosa que no poseía el vínculo entre el Gigante y la pequeña Sophie. Pese a que El Buen Amigo Gigante es una obra interesante del director de E.T. El Extraterrestre, se sintió la ausencia de ese algo, faltó esa magia que irradian las obras de Disney. Pero en esta no, en esta propuesta dan justo en la tecla. El diseño de esta nueva criatura tiene personalidad, poder visual, se ve amenazante cuando la película lo requiere y cuenta con una mirada que se destaca entre sus homólogas de las bestias y personajes fantásticos del cine reciente. David Lowery, recordado por la premiada Ain’t Them Bodies Saints (2013), es claramente responsable del tono y el registro conseguido para este film. Hay un trabajo con los actores muy especial, muy puntual sobre la gesticulación y las manos (ejemplificar con algunos de los planos más bellos sería robarle al lector los mejores momentos de la película). Por último, y mérito también de Lowery, hay que destacar el trabajo impecable del pequeño Fegley. Para actores con trayectoria es muy difícil hablarle a la nada misma, imagínense al actor que interpreta a Pete dialogando todo el tiempo con un Dragón que recién podrá disfrutar en la isla de edición. Más allá de las escenas que tiene con Elliot, el miedo que se refleja en sus gestos y movimientos cuando es llevado al pueblo, es propio de un trabajo impecable. Una pequeña promesa para el futuro de Hollywood, sin duda. El resto de los actores están correctos todos, inclusive Karl Urban, que poco incide en la historia pero cumple. En este relato no hay teléfonos celulares o computadoras, no existen las redes sociales ni la realeza. Tampoco hay actores de renombre (está Robert Redford, pero no tiene tanta importancia en la trama), no hay un director de larga trayectoria y tampoco forman parte de la historia animales antropomorfos, pero nada de ello importa: no hizo falta para contar una de las historias más bellas del año. Disney vuelve a ponerse la 10 para abordar la historia de un pequeño huérfano que quizá en la naturaleza encontró el resguardo que necesitaba, o la naturaleza lo encontró a él para dejar de esconderse y descubrir a Elliot, uno de los dragones más valientes y carismáticos que haya conocido la historia del cine.
El último gran héroe Con los regresos de Matt Damon en el papel protagónico y de Paul Greengrass en la dirección, la quinta entrega de la saga recupera -tras la fallida cuarta parte rodada en 2012 por Tony Gilroy con Jeremy Renner- la fórmula que la llevó al éxito: un actor convincente y un realizador con oficio que apuesta al vértigo, el suspenso y la tensión. Aunque el guión por momentos resulta bastante elemental, la propuesta es tan básica como eficaz: acción en estado puro. Jason Bourne es la tercera colaboración entre el director inglés y Matt Damon luego de rechazar la propuesta en 2011 por diferencias entre Greengrass y Universal. De allí nace el proyecto de El legado Bourne, protagonizada por Jeremy Renner y escrita y filmada por Tony Gilroy. Pero, claro, en una era donde las reboots y las secuelas son la regla, era imposible que Bourne no regresara dado el impecable trabajo realizado en las últimas dos películas que habían hecho juntos Greengrass y Damon. En ellas existía un equilibrio entre la historia y la acción, algo que no sucede en esta nueva entrega, donde la trama principal se siente bastante forzada. De todas maneras, se trata de una digna vuleta del último gran héroe de acción de Hollywood. Con la intención de recuperar su pasado, Jason Bourne descubrió que había sido reclutado por la CIA para modificar el comportamiento humano y convertirlo en un asesino profesional; frío, calculador y sin sentimientos. Luego de exponer al departamento de la CIA como responsable de su amnesia y recobrar su verdadero nombre -David Webb-, el personaje de Matt Damon decide, luego de tres películas, esconderse en el anonimato. Pero siempre hay cosas que valen la pena: cruzar todo el mundo, romper autos, demoler edificios y engañar a los hackers más eficientes del planeta. Jason Bourne comienza en Reikiavik, Islandia, cuando Nicky Parsons (Julia Stiles), una ex agente del gobierno que ya estuvo conectada con el protagonista, hackeó los archivos de operaciones secretas de la CIA para exponer todo lo que podía encontrar, incluyendo el proyecto Treadstone, al que Bourne pertenecía. Heather Lee (Alicia Vikander), analista de la CIA, es la encargada de neutralizar esta intromisión. Al no poder evitar el robo de los datos, introduce un virus de rastreo y le informa lo sucedido a su jefe, el director Dewey (Tommy Lee Jones). La joven, no conforme con su accionar, se obsesiona con Parsons y Bourne, y queda a cargo de la captura de los dos, vivos o muertos. Luego de sobrevivir a una intensa persecución en medio de una protesta social en Atenas, Bourne decide descubrir aún más sobre su pasado, esta vez relacionado a la identidad de su padre, Richard Webb, que hasta aquí nunca había sido mencionado. Como no podía ser de otra manera, el parco Dewey da aviso a un agente activo con las mismas habilidades de Bourne para que se sume a la cacería. Interpretado por el siempre correcto Vincent Cassel, el gran poder narrativo que posee Greengrass entra en acción. Hasta aquí, todos los elementos del éxito que significó la saga se repiten: un nuevo secreto es revelado, el personaje de Matt Damon decide investigar a partir de aquella pista, un jefe de la CIA patriota y amargado, y un agente activo en persecución. Pero eso no es todo. El gerente de una empresa de aplicaciones móviles, Aaron Kalloor (Riz Ahmed), está a punto de develar un nuevo software que le permitirá tener acceso a todos los datos privados de millones de usuarios alrededor del mundo. Dewey, interesado en los beneficios de esta aplicación para su agencia, decide apoderarse de la misma. Como bien se mencionó antes el argumento es una simple excusa para llevar a cabo esta nueva secuela, luego de la fallida e innecesaria El legado Bourne. En esta oportunidad, a Treadstone, Blackbriar y Outcome, se suma Ironhand, la nueva operación que Bourne debe desmantelar. Sí, en algunos pocos momentos se siente como una película que forma parte de la larga lista de secuelas realizadas sólo para vender entradas y exprimir la franquicia lo más que se pueda, pero finalmente no es el caso. Luego de la recomendable Capitán Phillips (2013), Greengrass decide reunirse con Matt Damon para realizar esta obra cinematográfica que repite una fórmula exitosa, plausible, pero con un estilo más salvaje, inquieto y, como siempre, con sesgo documentalista que caracteriza al director de Vuelo 93 (2007). Esta vez sin Tony Gilroy como guionista, la película se siente un poco desbalanceada. Cabe recordar que las mejores películas de la franquicia fueron con Greengrass en la dirección y Gilroy en la escritura. En este caso, los personajes se vuelven esquivos al espectador, todo el tiempo involucrados en alguna persecución, investigación o elucubrando algún plan para vencer al enemigo. Es este punto es donde la película flaquea en mayor medida. Pese a la falta de acercamiento y profundización de los personajes, Tommy Lee Jones, Vincent Cassel y, en menor medida, Riz Ahmed, logran buenos trabajos en su paso por la saga, sobre todo en el caso del actor francés de El cisne negro (2010). Alicia Vikander también es una de las caras nuevas del universo de Bourne. Excelente en su interpretción, la actriz de Ex Machina (2015) reafirma por qué es una de las más solicitadas de Hollywood en la actualidad. Su personaje, Heather Lee, es tan indescifrable como hermosa y nunca se logra identificar la naturaleza de sus acciones. Las últimas escenas de la película la convierten en la gran protagonista. Imposible no mencionar el trabajo de Christopher Rouse, fiel editor de Greengrass y quien mejor entiende la dinámica del cineasta inglés. Las escenas en la plaza Syntagma de Atenas o la persecución en Las Vegas tienen un nivel de detalle y velocidad que deslumbrará a los espectadores. Bueno, no sé si a todos, conmigo lo logró. Tan delirantes como realistas, la cantidad de cortes y empalmes sorprenden al ver el resultado. Además, Rouse oficia de guionista, por lo cual explica un poco el nivel de precisión al montar el corte final. Sin dudas, el tándem actor-director marcó un punto de quiebre en la estética y la narración del cine de acción de Hollywood, gracias a la puesta en escena y el trabajo con el sonido que caracteriza a la saga. La desenfrenada dirección de Greengrass y el personaje de Matt Damon quedarán por siempre en la memoria de todos. Un "legado" que difícilmente pueda retomar otro actor o replicar otro realizador. Por eso, y pese a la merma de calidad en cuanto al argumento, Jason Bourne sigue siendo una gran elección para disfrutar en las salas, sobre todo en aquellas donde el sonido hace vibrar y saltar de la butaca.
La fiesta inolvidable Director de Iron Man 3 y Entre besos y tiros, y guionista de Arma mortal, El último Boy Scout, El último gran héroe y El largo beso del adiós, Shane Black es todo un especialista en comedias de acción. En su tercer largometraje como realizador -ambientado en la decadente Los Angeles de 1977- combina mucho humor, cine negro, elementos propios del thriller y una trama que va de la industria del porno a la automotriz para una encantadora película bien pulp y old-school en la que se lucen Ryan Gosling y Russell Crowe. Luego de pasar por el subgénero de superhéroes con el guión y la dirección de Iron Man 3, Shane Black filmó este excelente policial, también coescrito por él: Dos tipos peligrosos es una delirante comedia que mezcla elementos del thriller y el noir con una dupla de esas que no se ven en el cine hace mucho. Todo transcurre en 1977, en la ciudad de Los Angeles, en un contexto dominado por las poleras y los sacos de color, mucha barba y pelo largo, el surgimiento de nuevos sonidos en el marco de una revolución musical y la industria del porno que disfrutaba de sus primeros años de masividad con la llegada del VHS cuatro años atrás. En este ambiente, una joven contrata a Jackson Healy (Russell Crowe), un matón freelance que trabaja en el cuidado de jovencitas y vive a la caza de depravados, para que realice una visita a la casa de Holland March (Ryan Gosling). Este detective privado, torpe, simpático, borrachín y padre soltero de una inteligente preadolescente (Angourie Rice), se encuentra investigando la sospechosa muerte de una estrella porno (Murielle Telio) cuando recibe la visita de Healy. Luego de este primer cruce, la desaparición de Amelia Kuttner (Margaret Qualley) los hará unir fuerzas y pondrá en acción a este dúo que tropieza con una historia compleja, llena de variables y personajes: desde activistas contra la contaminación hasta una poderosa funcionaria del Departamento de Justicia, Judith Kuttner (Kim Basinger), pasando por la industria de las películas para adultos y tres grandes automotrices. Dos tipos peligrosos funciona incluso mejor en la ejecución que en la idea original. Tiene a dos grandes actores que le dan vida a personajes que tienen la marca registrada de Black. La dinámica entre ambos va mucho más allá de las escenas graciosas, ya que funciona en todo sentido. En la previa, exponer al protagonista de Drive a este papel parecía una jugada arriesgada que salió a la perfección. Dos hombres inadaptados, diferentes en su filosofía de vida, deciden hacer a un lado eso que los hace opuestos (o algo así) para protagonizar esta hilarante comedia. Por ser un guion que data de 2001, envejeció bastante bien. Originalmente escrito como una historia más contemporánea y con destino de televisión, el trabajo de Shane Black y su colaborador Anthony Bagarozzi ofrece una comedia que trata de recuperar esa química perdida en el cine, esas parejas desparejas (buddy movies) como en Arma mortal (guión de Black) y toda su franquicia, donde la acción y el humor congeniaban de manera brillante. Hoy esta conexión en pantalla se define con el nombre de "bromance" (la unión de "brother + romance"), rótulo que le queda perfecto al trabajo de Crowe y Gosling. Tanto es así, que en los ensayos, ambos guionistas decidieron realizar cambios para que su dinámica fuera mejor aprovechada. No se puede calificarla estrictamente dentro de un género, ya que la película tiene varias referencias al noir a lo Barrio Chino (1974), es una comedia de enredos y una parodia al cine de la década de 1980 (la inclusión de Keith David es un gran acierto), con algo de Boogie Nights (1997) y tantos policiales torpes protagonizados por tipos rudos y toscos, pero al fin graciosos. También se siente la mano de Shane Black, guionista no sólo de Arma mortal (1987) sino también de El último Boy Scout (1991) y El último gran héroe (1993) a la hora de hacer funcionar una dupla de acción. Desde lo estético, Philippe Rousselot y David Utley realizan un notable trabajo con la fotografía y el arte, respectivamente. Hermosa elección estética para retratar el fin de los '70: muchos colores pasteles, brillo, cueros, lentes de sol, peinados acordes a la época. Quizás es un poco desfasada la elección del vestuario en la fiesta, pero nada grave. Párrafo aparte merece la revelación que resultó ser Gosling como comediante, ya que era uno de los géneros que le faltaba explorar. La escena del baño donde se vuelven a cruzar con el personaje de Crowe luego de su primer encuentro es un despilfarro de humor bien logrado. La escena es de por sí graciosa, pero la interacción entre ambos y el aporte físico de Gosling le dio un plus. Lo mismo sucede en una fiesta que deben investigar, donde March se emborracha, cae por un balcón y muchas otras circunstancias que le aportan comicidad al 100%. Otra mención especial es para Angourie Rice, la adorable actriz australiana que, con apenas 15 años, realizó un impecable trabajo al interpretar a la hija del Holland March de Gosling. Si la labor de los protagonistas generó una química inusual, la inclusión de esta joven como una más del grupo de trabajo resultó una sorpresa por lo bien que encajó. Sus comentarios y expresiones bien podrían haber sido forzados, sobre todo su inclusión en la fiesta, pero nada es así. Realmente funcionó y habrá que seguirla. Bagarozzi aseguró que no tienen en mente hacer una secuela, pero cuando en la intimidad hablan de ello, sueñan con una segunda parte en la década de 1980. Ojalá que ya se esté gestando en alguna oficina de Los Angeles, pero mientras tanto deberá ganarse la aprobación general tanto del público como de la crítica. No sería una sorpresa que así pasara, ya que el film fue estrenado en Cannes este año y recibió el pulgar arriba. Es que, al ver la película, se entiende por qué pasó la dura prueba de estrenar en el prestigioso y exigente festival francés.
Pasaron 20 años para que la raza alienígena que quiso exterminar la Tierra vuelva para completar su misión. Esta vez, los humanos están mejor equipados: con tecnología extraterrestre, sin Will Smith, excesos de clichés y un Roland Emmerich dispuesto a pelearle el puesto a Bay en gastar plata de manera innecesaria. La secuela de Día de la Independencia (Day of Independence, 1996) llega a los cines con mucha expectativa, pero poco respaldo de parte de la prensa especializada. Una segunda parte que nadie vio venir, tanto como los protagonistas a la nueva amenaza. El film cumple con el objetivo de la franquicia: entretener. ¿Es una película mala? La verdad que no, pero tampoco es una obra maestras del cine y una pieza indispensable en la cinematografía mundial. Roland Emmerich (White House Down, Godzilla), guionista y director del film, realizó una película correcta, bordeando el exceso de efectos especiales y una buena transición entre los fx de hace dos décadas y el uso de la tecnología CGI, herramienta clave para los tanques norteamericanos. Fiel a su estilo, en las escenas de explosiones, desmadre colectivo, crisis y mezcla de humor, el tipo es donde resalta sus cualidades. Un profesional que ha trabajo en cine más de 40 años y sabe explotar las virtudes de sus productos. Aquí no falla, pero tampoco realiza una obra maestro. Ojo, tampoco es su intención. Olvídense de Will Smith, ya no está entre nosotros. Pero hay equipo. La inclusión de Jessie Usher (Dylan Hiller), Liam Hemsworth (Jake Morrison), Travis Tope (Charlie), Charlotte Gainsbourg (Dra. Catherine Marceaux) y Maika Monroe (Patricia Whitmore), hija del ex presidente y piloto, aseguran una nueva generación de seguidores para la franquicia ya que dos de ellos, como mínimo, están en la cima de los actores más solicitados del momento. Esta mezcla entre los antiguos miembros del reparto y los nuevos, funciona como herencia para lo que vendrá. Sí, el final de la película deja la puertita abierta para el regreso de otro 4 de julio con exceso de fuegos artificiales. Los rostros nuevos y antiguos no llegan a entrelazarse demasiado, salvo en el primer acto cuando Jake Morrion decide revelarse y ayudar a David Levinson, interpretado por el eterno Jeff Goldblum, en su viaje a la luna, más algún tipo de interacción padre-hija superficial entre los Whitmore. Y los extraterrestres volvieron para culminar su plan de exterminio. Tardaron 20 años en darse cuenta que la raza humana no fue eliminada y regresaron con todo. Eso significa de manera descomunal y en muchos sentidos. Una película que tuvo una inversión de casi 200 millones de dolares implica un tanque comercial arrasador. Pero ojo, no así lo que se vio en pantalla salvo el diseño de la nueva tecnología terrícola, tomada de la primera invasión. Un film que se sostiene en los diseños, en lo visual, no así en lo argumental y actoral. Entre los aportes visuales hay que destacar el concepto de integración de la tecnología extranjera. Está claro que este film es el inicio de una nueva saga intergaláctica y con esta premisa se basaron para crear una especie de Star Trek pero creado con la base de la vida real tal y como se la conoce. ¿Cómo sería el comienzo de una guerra universal? Así, con esta película y los humanos serán los nuevos emblemas de la justicia y la libertad. Claro, porque el prontuario como raza es impoluto. Día de la Independencia: Contraataque es menos atractiva que su predecesora en general, pero, en plan de crear una nueva franquicia todo cobra otro sentido. La película argumentalmente no tiene valor, salvo hasta que los invasores se ponen en posición de conquistadores, reinan las explosiones y cuanto disparo laser pueda aturdir nuestra visión y atención. Todo se reduce a eso. Imposible no tocar ese aspecto ya que es lo único palpable horas después de ver la película. Párrafo aparte para Brent Spiner y Judd Hirsch, quienes regresan a la saga para mantenerla en pie. Sus aportes, aunque breves, son una bocanada de aire fresco entre tanto fuego, explosión, naves, edificios levitando a los Twister (1996) y esos lasers verdes. Junto a Jeff Goldblum y Will Smith son lo más recordado del tanque de los noventa. Sí, hay que reconocer que se extraña al Capitan Steven Hiller, ya que su heredero en la ficción no posee ni la mitad del carisma que su padre. Cumple con lo que prometió en la previa: entretener audiovisualmente. Con el partido perdido desde el minuto cero, el film de 20th Century Fox demuestra que se conoce a sí mismo, y así aprovecha sus virtudes y reduce a anécdota sus falencias. Una película que tiene como mayor estandarte el uso de la tecnología dentro y fuera de la diégesis. Además juega con la nostalgia del espectador y el éxito comercial que significó es título hace dos décadas, una de las películas más taquilleras de la historia durante muchos años.
Vuelve la aventura marítima de Pixar que fue éxito en el 2004 y ocupó el segundo puesto de las películas de animación más vistas durante varios años. La diversión regresa de la mano de la olvidadiza Dory y una nueva búsqueda para encontrar a sus padres. Sí, Marlin y Nemo también serán parte de este spin-off/secuela. Más de una década de espera, un lapso exageradamente extenso, fue el tiempo que se tomó la gente de Pixar/Disney para realizar la secuela de un film exitoso como Buscando a Nemo (Finding Nemo). La primera parte de esta divertida aventura en el fondo del mar llena de animales parlanchines tardó 12 años en volver a la pantalla grande y, obviamente, no se debe a la falta de presupuesto. Pero ha sido un éxito tan grande que el regreso tenía que ser arrollador y no sólo en la taquilla. La vara de la creatividad, técnicas de animación y venta de tickets estaba muy alta como para perder todo en acelerar una secuela. Ok, pero tampoco había que enfriarla. Pese a la distancia y una jugada arriesgada, entre película y película, la mística sigue intacta. Shawn Robbins, analista de BoxOffice.com, aseguró que esta película podría convertirse en el mejor estreno en la historia de Disney y Pixar. Los expertos auguran una apertura situada entre los 115 millones y los 120 millones de dólares, frente a los 70 millones que consiguió la primera parte. La pregunta es: ¿valió la pena esperar tantos años? Para ellos, si estas predicciones se cumplen, claramente sí. Buscando a Dory (Finding Dory) es una película que cumple: divierte, emociona, transita con fluidez todo el tiempo y presenta personajes adorables como el querido pulpo y ese par de leones marinos que son el deleite del film. Un año después de haber cruzado el océano para encontrar al extraviado Nemo, Dory decide quedarse a vivir con el pecesito y su padre, y formar una gran familia hasta que un día, luego de un accidente, ella comienza a recordar a sus padres. ¿Dónde están? ¿Qué es de su vida? ¿La abandonaron? Luego de este recuerdo, Dory comienza a recibir otras piezas de su infancia hasta que decide ir a buscarlos. Marlin y Nemo, pese a que el primero no quería volver a salir de su hogar y cruzar todo el océano, acepta ayudarla y en ese punto es donde comienza la historia. ¿Es una secuela innecesaria? Tal vez, pero valió cada momento marca registrada de Pixar. Una vez finalizada la película, la pregunta inmediata que el espectador puede llegar a realizarse es “¿Nemo y Marlin buscan a Dory o ella es la que busca a sus padres?”. Lo cierto es que suceden ambas cosas, pero el título hace alusión a la búsqueda de la protagonista, o sea la subtrama. Una manera sutil de realizar la transición del protagonismo, mantener la mística de la franquicia y hacer que la película cumpla su función de secuela y spin-off Como en la mayoría de sus películas, Pixar está comprometido a hacer de los espectadores mejores seres humanos y esta no es la excepción. Al igual que Intensamente existe un mensaje siempre difícil de desarrollar en una película infantil. En este caso, un pez cirujano que padece pérdida de la memoria a corto plazo en vez de sufrir por su afección, de lamentar sus limitaciones, intenta mejorar y persiste en recordar cada detalle para encontrar su identidad y a sus padres. Andá a buscarla al ángulo. A menos que tengan que llevar a sus hijos, ahijados, sobrinos o nietos, traten de esquivar la versión doblada o se perderán del excelente trabajo de Ellen DeGeneres (Dory), Albert Brooks (Marlin), Ed O’Neill como el gruñón pulpo Hank, e Idris Elba y Dominic West, dos ex The Wire, aportando sus deliciosos acentos británicos a una pareja de leones marinos llamados Fluke y Rudder. Además Sigourney Weaver realiza una participación especial la cual se pierde por completo en la versión para los más chiquitos. Colores, diversión, amistad, familia, enredos y una elocuente cadena de eventos desafortunados son todos los condimentos de Buscando a Dory, una pez cirujano que un día recuerda que tiene un hogar, padres e intenta volver a sentir aquel amor perdido. Usted, lector, que irá a ver esta película, ojalá reviva lo que sintió 12 años atrás por Nemo y sus amigos y creía perdido.
La tercera fase del Universo Cinematográfico de Marvel comienza con uno de los grandes combates del MCU: Civil War. Los héroes ya conocimos, más los recién llegados, dejarán todo en la cancha para esta nueva entrega del Capitán América. Negar que Marvel y Disney saben manejar esta “Ferrari”, sería tan descabellado como discutir que Ginóbili no es el mejor deportista argentino de la historia. Bueno, eso es discutible. Cuando Disney adquirió a la casa de las ideas y Lucasfilms, seguro ya tenían todo pergeñado: sabían que iban a hacer un universo expandido de las dos franquicias más redituables de la actualidad y, con los resultados a su favor, siguen generando contenido, por lo menos, hasta fines del 2020. Pensar que hace unos días nada más, el Marvel Cinematic Universe (MCU) cumplió diez años del estreno de Iron Man (2008), el inicio de esta enorme historia que esta semana estrena un capítulo GIGANTE. ¿El equipo de Iron Man o la banda de Capitán América? Para ustedes, ¿quién ganará? El público, seguro. Antes de adentrarme en el análisis de la película quiero aclarar que, pese a que la trama se desdibuja un poco al final y que decae por la falta de verdaderos intereses, este nuevo capítulo es conmovedor. No sólo por la cantidad de films que ya estrenó Disney con estos mismos personajes, sino también por todas las que tiene planeadas. Y, aunque la película a veces tiene que ser valorada como una obra independiente a su precuela o secuela, no hay que dejar de lado la evolución de todos sus ingredientes, de la historia y como cada uno de los que héroes que aparecen en pantalla no están ahí por que sí. Comencemos por un detalle que me pareció excelente: la presentación de todas las locaciones. De esta forma, la película expone que es un conflicto verdaderamente global y resulta, capaz, a prueba de tontos, ¿Qué sucedió con las personas que murieron en las batallas vistas en Avengers (2012), Capitán América: Soldado de Invierno (Captain America: The Winter Soldier, 2014) o Los Vengadores: Era de Ultron (Avengers: Age of Ultron, 2015)? Luego de un evento totalmente desafortunado, el general Ross (William Hurt) vuelve al MCU tras haber participado en The Incredible Hulk (2008), protagonizada por Edward Norton, en representación del gobierno de los Estados Unidos y a contarles a los Avengers que existe un acuerdo donde 117 países están interesados en tomar medidas para “custodiar” a los héroes. Esto dividirá al grupo: Tony Stark (Robert Downey Jr.), James Rhodes (Don Chandle), Natasha Romanoff (Scarlett Johansson) y Visión (Paul Bettany) deciden firmar el acuerdo mientras que Wanda Maximoff (Elizabeth Olsen), Sam Wilson (Anthony Mackie) y Steve Rogers (Chris Evans) todavía no están seguros de hacerlo. La llegada de Bucky Barnes (Sebastian Stan) complicará mucho más las cosas. En este contexto, los héroes, tratando de solucionar cada uno de los conflictos internacionales que van surgiendo, se pasean de ciudad en ciudad y dejan de manifiesto que es un conflicto ideológico, algo que involucra a todo el mundo. La aparición del soldado de invierno continúa con la historia de Capitán América 2, donde Steve Rogers sigue metido con la persecución de su amigo, con el fin de poder ayudarlo y salvarse del control mental con el cuál Hydra lo estuvo manipulando durante años. Si bien esta misión no ocupó el 100% de la actividad de Steve, apenas supo de la aparición de su amigo, el Capitán América abandonó todo para poder ir a su rescate. Bucky fue culpado por un atentado que involucra al reino de Wakanda. A partir de ahora, el viejo amigo de Steve no sólo es perseguido por las servicios de inteligencia sino por un gran cazador: Black Panther (Chadwick Boseman). Esto divide aún más las aguas entre los héroes y obliga a reforzar los respectivos bandos. Así es como Hawkeye (Jeremy Renner) regresa de su retiro, Ant-Man (Paul Rudd) se suma al equipo del Capitán América (no olvidemos la escena post-créditos de Ant-Man: El hombre hormiga) y, la excelente primera aparición de Spider-Man (Tom Holland), que se une al equipo de Tony Stark. Capitán América: Civil War (Captain America: Civil War) es un título bastante engañoso. Existen varios detalles que unen a este film con el cómic pero poco tiene que ver con la verdadera historia escrita por Mark Millar, por suerte. La aparición de Crossbones (Frank Grillo), el reclamo que recibe Stark, la intromisión del estado en querer regular a los héroes y la prisión, pero no mucho más. El conflicto no es tan duro, no es a muerte, y hasta resulta flojo, algo que se veía venir desde la primera reunión de los Avengers y que fue creciendo película a película, sólo que esta vez hay excusas para llevar las diferencias hacia otro terreno. Creo que aquí es donde radica la parte más endeble de la película. El por qué sucedió lo que sucedió. Me gustaría ser más específico pero incurriría en el spoiler. Black Panther, Ant-Man y Spider-Man son las grandes sorpresas del film. La mayoría estará de acuerdo en que en los momentos más graciosos estuvieron involucrados Spider-Man o Ant-Man: juntos son dinamita. El debut del arácnido fue increíble. Es un verdadero adolescente, con una tía bastante hot, se ve espectacular en pantalla y es de más gracioso. Además, van a entender gran parte de las decisiones que se han tomado a futuro como por ejemplo la introducción de Iron Man en el próximo film del trepamuros: Homecoming. Por el lado de Black Panther, el príncipe T’Challa es una nueva demostración de que Marvel sabe introducir personajes y su construcción es paulatina, concreta, con motivos de sobra para ser estandarte de la nueva generación y uno de los pilares de la Fase 3. Sobre Scott Lang, si bien ya tuvo su película en solitario, aquí es todo un principiante, pero sólo les puedo decir que disfruten. La película tiene un buen ritmo, las peleas son de las mejores que hemos visto en filmes de superhéroes, si no es la mejor por el despliegue de poderes, trabajo en equipo y la interacción de 12 personajes enfrentados entre sí. Los diálogos, efectos especiales y flashbacks están muy logrados, aunque forzados algunos, y sobre todo un dilema moral complicado de sobrellevar. Aquí no hay buenos o malos como en el cómic (que sí había villanos involucrados peleando para Stark), sino una pelea que se fue construyendo desde Avengers (2012). Respecto a la adaptación, muchos dirán que “está mal lograda”. Capitán América: Civil War está basada en la historia escrita por Millar, pero también hay mucho Brubaker y eso es un verdadero gol. ¿Existe, acaso, una adaptación perfecta? Es preferible que junten los mejores elementos de diferentes historias que transcurrieron en las viñetas a que sea un simple cambio de formato. Como se mencionó al principio del artículo, y si es que llegaron hasta aquí, las películas de Marvel pueden disfrutarse de muchas maneras. Una de ellas es tomar este film como un capítulo más de la historia de estos personajes. Porque, hay que ser sinceros, si no seguís la historia desde Iron Man (2008),te vas a perder de bastantes cosas. Joe y Anthony Russo, los directores que resultan ser dos arquitectos del entretenimiento, aquí comienzan a construir los cimientos de la Fase 3 con Spider-Man, Black Panther, el dilema de Visión y su historia con Wanda, y las consecuencias que dejará este conflicto.
Luego de casi tres años de expectativa, entusiasmo y ganas de ver a un nuevo Batman en la batalla más épica que se nos pueda llegar a cruzar por la cabeza, la nueva película del universo cinematográfico de DC y Warner Bros. me gustó, pero esperaba salir deslumbrado del cine, cosa que no me pasó. No me encantó, no me dejó ansioso por una nueva entrega de este universo, pero cumplió. Claro, comencé por el final, ya les di el veredicto.¿Por qué esta vez fue a la inversa? Porque es un ejercicio interesante el poder justificar qué cosas de la película no funcionaron como era de esperarse, por qué el tono no encaja con lo enriquecedor que pudo haber sido la experiencia de cruzar a los superhéroes más importantes de la historia de los cómics, por qué el trabajo de Zack Snyder es trunco, malo y tantas otras cuestiones que no ayudaron a que Batman v Superman: Dawn of Justice no sea la película esperada. Repito: me gustó, pero no es lo que esperaba.La expectativa es, en muchos casos, perjudicial para cualquier evento artístico, cultural y hasta político. En este caso, la película costó en total 410 millones de dólares incluyendo la agresiva campaña de marketing que invadió todo tipo de pantalla. Sólo Piratas del Caribe: navegando aguas misteriosas (Pirates of the Caribbean: On Stranger Tides, 2011) tuvo un costo similar y recaudó mil millones de dólares. ¿Llegará a ese número la nueva película de Zack Snyder? Seguro. Dicen que no existe la mala prensa. Para el caso, el nivel de expectativa que se había generado alrededor de esta película, es demasiado alto para lo que se vio en pantalla, pero, no por eso, menos rendidor.Mal anunciada como la secuela directa de Man of Steel (2013), El Origen de la Justicia funciona más como el inicio de la trilogía de la Liga de la Justicia que como una continuación de la historia del Hombre de Acero. De la mano de la senadora Finch, interpretada por Holly Hunter, la historia cuenta cómo en Estados Unidos la sociedad se pregunta qué sucedió en el enfrentamiento entre Superman (Henry Cavill) y el General Zod (Michael Shannon) y cuáles fueron las consecuencias de aquel combate. Bruce Wayne, interpretado por Ben Affleck, también se ve afectado por los hechos y decide enfrentarse al “superhombre” y extraterreste llamado Superman porque debe poner un freno a sus acciones desmedidas. En el medio de esta batalla moral -y luego física- aparece Lex Luthor (Jesse Eisenberg) y sus planes de vencer al nacido en Krypton.¿Qué decir de Zack Snyder? A veces siento que tiene suerte, otras que tiene muchos primos en Hollywood que le aprueban los proyectos y, como saben que va a hacer las cosas mal, le ponen gente al lado para que no arruine todo. En el pasado fue Chris Nolan, para BvS le pusieron a Affleck y Chris Terrio considerados excelentes guionistas por su trabajo en Argo (2012). Durante la primera hora de película, se ven diferentes escenas de varias historias que se van a desarrollar a lo largo de la película: el reinicio de Batman, lo que le sucedió a Bruce Wayne en la batalla de Metrópolis, la presentación de Lex Luthor, el guardia de seguridad de la financiera, las catástrofes en las cuales Superman colaboró como rescatista, etc, que no tienen una conexión aparente hasta luego de los 50 o 60 minutos iniciales. La película era una unión de escenas sin un conector y con malas transiciones de una a otra. Me aburrió. Dicho esto, debo aclarar que la calidad visual no dijo ausente en este tramo.Si hay algo que verdaderamente se destaca en el film es, además de Batman, la calidad visual. Se ve muy bien la película y tengo que recomendar que es un espectáculo para disfrutar en cine y en la pantalla más grande e increíble que puedas pagar. Los tonos sepia del pasado de Batman, el sueño de este en ese desierto, las explosiones tienen un amarillo, anaranjado medio marrón que me resultó placentero a la vista. En el área de fotografía es un 10 absoluto y eso, hay que reconocerlo, es marca registrada de Snyder que también abusa del CGI, pero en este caso es totalmente aceptable en casi la totalidad de la película.Desde agosto de 2013 que estaba esperando este momento: Ben Affleck se mete en la piel de Bruce Wayne/Batman. De lo mejor de la película por robo a mano armada con una pistola de juguete vendida en un todo x $2. La interpretación de ambos lados del personaje le quedó a medida. Por un lado, este Bruce Wayne resultó exquisito desde su porte, su modo de moverse, de vestir, aunque faltó alguna escena con una mujer, que no sea Wonder Woman, para informar un poco más sobre su aislamiento y su necesidad de no relacionarse con la sociedad tras haber elegido la vida de protector de Ciudad Gótica. Por otro lado, el del héroe, la capa le sienta perfectamente. En su primera aparición, muy corta por cierto, se lo puede ver menos de un segundo y es emocionante. Luego, en las demás entradas, tanto en el sueño como en el tercero acto, los combates cuerpo a cuerpo, inspirados en los videojuegos de Rocksteady Studios, son de lo más bellas. Toda mi fe y esperanza para un film en solitario de Batman protagonizado y dirigido por Affleck.Todo fue un suplicio para Henry Cavill desde que tomó el papel. Durante tres años se cuestionó su actuación y el accionar de Superman en Man Of Steel (2013). Ahora, será cuestionado durante algún tiempo más por la pobre performance y el desalmado Clark Kent/Kal-El que exhibió en BvS. Francamente creo que el problema no es él en sí, sino el lugar que le cedió Snyder en el film. Hay poco o nada sobre Superman y sus sentimientos, sus sensaciones en este conflicto y su relación con Louis Lane, y sobran informes de noticieros sobre el comportamiento del hijo de Krypton, la crítica de parte de la justicia, las quejas de Batman sobre si es un dios benigno o no, etc. Es más, si me pongo en meticuloso, haría un recuento de minutos de cuánto aparece en escena Louis Lane (Amy Adams) comparado con su novio en el traje de Superman. Un despropósito. Aquí es donde se revaloriza la edición de un film y el corte final donde, por lo general, las grandes productoras realizan sus propios cortes para cumplir sus caprichos.El resto del elenco cumple, salvo el caso de Jesse Eisenberg como Lex Luthor. Por el lado de Gal Gadot es solamente un papel menor en la película, intenso pero sin mayor importancia. Me encantó su impronta, su manera de posicionarse entre estos dos colosos casi liderando la batalla y está justificado. Quiero el film de Wonder Woman cuanto antes.Jeremy Irons está sublime en su papel como Alfred Pennyworth. No sólo por el look de viejito con onda y estilo, sino porque le proporciona a Wayne esa dosis de claridad, sin dejar de ser un señor preparado para cualquier batalla. Además, al no estar presente Lucius Fox, Alfred es quién está a cargo de la ingeniería y reparación de todos los artefactos que necesita Batman. Se ve que se alejó de la cocina para meterse en el taller, pero con una pilcha impresionante.Llegamos a lo peor de la película: Eisenberg. No me quedó claro si interpretaba a Lex Luthor o al Joker de Heath Ledger en The Dark Knight. Un personaje desmedido, chiquito, payasesco y exagerado. El único aporte interesante que realizó fue representar la visión crítica de la sociedad que teme los embates de invasores alienígenas en los cruces con la Senadora Finch. Nada más. Ridículo. Sobre la bestia que ven en la imagen, cualquier cosa que diga sobre ella me puede llevar a caer en infracción.Antes de finalizar, como ya he dado mi veredicto al comienzo, sólo me queda esperar el corte del director de tres horas y media, para ver si él tenía una visión más clara de lo que es enfrentar a estos dos titanes de las viñetas y no la imagen pobre que me dejó el corte final visto en el cine. Cabe recordar que Warner bros. es experto en destripar películas. Si no me creen, pregunten lo que pasó con un film llamado Érase una vez en América (Once Upon a Time in America, 1984) que duraba alrededor de 4 horas y los ejecutivos de Warner la recortaron a 2H 19 min y la editaron EN FORMA LINEAL. ¿No será que volvió a pasar lo mismo?
Ryan Reynolds tuvo su tercera oportunidad para interpretar a un superhéroe y no la desperdició. En realidad, poco de héroe tiene este personaje salido de las viñetas de Marvel en los 90, pero dada la invasión de adaptaciones comiqueras en la última década, tener tu propio personaje en alguno de los tres universos (Disney, Fox y Warner) es una oferta difícil de rechazar, sobretodo si vas en busca de la revancha. Deadpool es una explosión de humor, chistes subidos de tono, sangre y mucha conversación con sí mismo y con los espectadores. La película dirigida por Tim Miller sobresale del resto de las superheróicas porque responde a una consigna diferente: reírse de sí mismo y del mundo real. Uno de los recursos más utilizados en el film es el poder cruzar la cuarta pared y encontrarse con el público, lanzarle un chiste directo camuflado de amenaza o comentario con respecto a la situación vivida en cada momento y cuanto más escatológico mejor. A diferencia del cómic, donde va por todos lados haciendo lo que quiere, aquí hay una misión bien definida, lo que lo hace más entretenido: venganza y amor (lástima el modo de cómo fue tratado este último). La experiencia con este tipo de films es que cuando llegue la secuela (que seguro existirá), el potencial del personaje se explotará aún más. Este es sólo el primer intento de un Deadpool genuino en pantalla, con película propia, y salió más que airoso. Quien ya conoce al álter ego de Wade Wilson sabe lo que le espera en la sala de cine. Para quien no, y si todavía existe alguien que aún no sepa cuál es el estilo del superhéroe después de su gran campaña de publicidad, se encontrará con una película distinta de un personaje que saltó de las viñetas a la pantalla grande. Por el lado de Ryan Reynolds, no sólo se compromete con el papel, sino que parece haber nacido para él. Luego de ya haber interpretado en 2009 al personaje (una aberración más parecida a Baraka de Mortal Kombat que al verdadero Wade Wilson), parece que la redención para el actor es la que él y los fans esperaban. ¿Cumple con todo lo que se espera del personaje? Con creces. El actor encarna a Deadpool de forma orgánica, al mostrar que todos sus esfuerzos para lograr hacer esta película rindieron frutos. Todo en este largometraje es una carta de amor de los involucrados en la producción al simpático individuo de Marvel. Mucho también tiene que ver la campaña de marketing elegida para promocionar la película: tráilers, spots, pósters, tarjetas de navidad, apariciones en diferentes programas de TV, todos con la impronta del superhéroe y el traje tan bien logrado, fueron algunas de las herramientas para ayudar a Reynolds a convertirse en el verdadero Deadpool. Tim Miller debuta en el cine como director de largometraje con una marca registrada que seguro le abrirá puertas por su estilo bien marcado a la hora de filmar. Miller explota con solvencia las cualidades de Deadpool, como poder hablar de la franquicia de Fox, de personajes y hechos de la vida real, así como también del pasado del personaje en la pantalla grande. Sobran las referencias sexuales y a los estupefacientes, pero por eso fue calificada para mayores de 16. La inclusión de los dos X-Men, Coloso y Neegasonic Teenage Wardhead, no es sólo una excusa para mencionar que Deadpool también fue parte de la franquicia mutante y que hay varias conexiones que a futuro pueden llegar a unirlos, sino que también funcionan en las partes de acción y una excusa para reírse de la propia franquicia cuantas veces se lo tenga permitido. Coloso, interpretado por Stefan Kapicic (previamente encarnado por Daniel Cudmore) está muy bien logrado desde su acento hasta el efecto metálico de su piel y su función como partner -por momento es exquisita-. Por el lado, la aprendiz mutante Neegasonic, también resulta ser un testing para ser incluida en alguna futura película de X-Men, X-Force o la secuela de Deadpool, que seguro ya deben haber incluido en algún calendario secreto que todavía no ha sido revelado. Un ejemplo de estos momentos en el cuál parece una película básica es en la elección y perfil de los villanos. Nadie recuerda a Ajax (Ed Skrein) ni Angel Dust (Gina Carano) como grandes personajes en las viñetas, y tampoco lo hará luego de este film. La faltó desarrollo en esos personajes y realizar una conexion más directa con el universo al que pertenece; por ejemplo, mencionar que son de Weapon-X hubiese sido un buen guiño. Pero también hay que reconocer que eso le hubiese quitado tiempo a Wade Wilson, su historia de amor y su búsqueda de venganza. Morena Baccarin está despampanante. Si bien no tiene ningún rol de superheroína como el que se esperaba, ni tampoco alguna referencia a Copycat, la morocha encarna lo distintivo del film: el amor de Wade Wilson. Como se mencionó antes, el mercenario con poder regenerativo, no posee un objetivo claro ni un amor que lo desvela en las viñetas, sin embargo, en esta película, la inclusión de estos dos elementos resultan un acierto. No así el modo en el que fue narrado: flashbacks largos, una historia desequilibrada desde lo narrativo, y oros puntos flojos. El miedo a que el personaje vuelva a ser manoseado y mal realizado estuvo desde que se anunció la película. Pero también estaba esa brisa renovadora y esperanzadora que provino desde el test digital que se lanzó hace dos años que aparece en algún fragmento de la película: Deadpool se lanza desde la autopista, cae en una camioneta y comienza a repartir puños, patadas y chistes malos. Afortunadamente, la cinta cuenta con todo lo que uno podría esperar: la ruptura de la cuarta pared, bromas vulgares, sexo, violencia, decenas de diálogos graciosos y hasta una escena post-créditos única que funciona como una nueva broma y un anuncio. Si bien las presentaciones de personajes en la pantalla grande no siempre suelen salir airosas de su primer encuentro con la crítica y los espectadores, en esta oportunidad el film logra aprobar como una película que ofrece toda una técnica nueva -también propia del personaje en los cómics- de poder llegar al espectador. Más allá de los errores de guión y los extensos flashbacks contando como Wade Wilson se convirtió en el héroe con el factor curativo similar al de Wolverine, la película cumple, sobre todo en los momentos de acción como el comienzo del film y esa batalla en la autopista que se puede ver casi completa en los trailers y spots. Deadpool y Ryan Reynolds logran su objetivo, se llevan el premio mayor y crean una película tan delirante y grosera como el cómic en el que se basa. Los fans quedarán satisfechos, entusiasmados para lo que se viene, y los que no lo conocen de antes se sorprenderán de lo interesante y divertido que puede ser este personaje. ¿Será este un film que evidencie las posibilidades narrativas de adaptar un cómic desde su esencia sin ser fan service? La respuesta la daría el mismo Deadpool: “¿A quién mierda le importa?”
La franquicia de Rocky tiene un nuevo coach y, casi de manera sorpresiva, Creed: Corazón de campeón llega al séptimo round con esperanzas de ganar por Knock out. Rocky Balboa, el film de 2006 que sólo fue creado para manchar la historia del Semental Italiano dentro y fuera del ring, quedó en el recuerdo gracias al estreno de Creed: Corazón de Campeón. El film dirigido por Ryan Coogler renueva la franquicia pugilística más legendaria del cine y la mete derecho en la pelea de los premios Oscar. El joven director vuelve a reunirse con Michael B. Jordan, como lo hizo en la dura y grandiosa Fruitvale Station (2013), para que interprete al joven boxeador Adonis. Éste busca saciar sus deseos de subirse al ring, triunfar y saldar una deuda de sangre con su propia historia, su identidad. Pero para que este joven lo logre, Balboa, la leyenda del boxeo, debe enseñarle lo que es ser un campeón. La historia se centra en la travesía física y emocional de Adonis Johnson, el hijo de Apollo Creed, impulsada por el joven para ganarse a fuerza de puños lo que le corresponde por ser hijo de uno de los grandes campeones de la historia del boxeo. Pero Johnson no quiere afrontar su desafío con el nombre de su padre por varias razones. Aquí es donde Rocky toma un papel importante en la historia. El ex-campeón italoamericano de Filadelfia ya no desea codearse con la ambición que atrapa a la gente del Boxeo y continúa con su vida de una manera solitaria y dedicada de su restaurante hasta que el joven lo conquista por distintos motivos. Entre ellos, la búsqueda de Adonis por su verdadera identidad, la identificación del más viejo con el joven y esa fuerza interior que resultó tan atractiva para Rocky. Uno de los méritos de Coogler es cómo diferencia el entorno privilegiado en el cuál creció Adonis y el presente que eligió: la crudeza de las urbes en crisis, la búsqueda de la gloria para salir de aquellas miserias y las diversas capas sociales de Filadelfia que tan bien retrata en la película. La música junto a los chistes que unen a Rocky con las nuevas tecnologías, son los grandes aciertos del joven director, quien estará a cargo de Black Panther, una de las películas de Marvel para 2018. En las películas de boxeo es sumamente importante la destreza para utilizar la música y el montaje en momentos claves como las escenas de entrenamiento y la pelea en sí. Contrario al resto de la saga, aquí las escenas de pelea sí son creíbles. Coogler utiliza un planteo inteligente: no se queda con lo ya conocido, sino que usa diferentes maneras de filmar una pelea. Por momentos sin cortes, para impregnarle más realismo, y por otros, el clásico montaje que hace progresar la lucha a otra velocidad. El ingreso al estadio y la presentación de los peleadores también lo hace distinguirse de otras películas que retraten el pleito boxístico. Andre Ward y Gabriel Rosado, posible futuro rival del Canelo Álvarez, son dos de los peleadores que forman parte del film. En este aspecto también se destaca Creed a la hora de meter distancia con las películas de la saga y forman parte de la larga lista de aciertos para el rejuvenecimiento de la franquicia Rocky. ¿Spin-off o remake? Creed: Corazón de Campeón resulta ser un poco ambas. La película, salvando las distancias, deja una sensación similar a la vivida en Star Wars: El Despertar de la Fuerza (Star Wars: The Force Awakens, 2015): se recuperó el espíritu de la saga y se presentaron personajes nuevos que pueden tomar el guante y continuar la historia, pero con Rocky tomando el lugar de mentor. ¿No les suena? Párrafo aparte para Sylvester Stallone y el desafío de interpretar de nuevo a Rocky como el entrenador de un joven que perdió a su padre antes de nacer. Cabe recordar que el hijo de Sly murió a los 36 años en 2012, y por este motivo el actor estuvo cerca de no aceptar el papel. Pero luego de dos años a pura insistencia por parte de Coogler, se dio el gusto y volvió a Filadelfia, volvió Rocky. Pese a las criticas de su entorno por tomar el personaje, el desafío de volver al cuadrilátero le significó la mejor recompensa: ganador de un Globo de Oro y nominado a Mejor Actor de Reparto en la próxima entrega de los Oscar. Su papel es conmovedor y la magia continúa intacta. Es más, sin lo vicios que convertían a Balboa en un personaje forzado, y por momentos inverosímil, la versión 2015 llega al corazón junto a Adonis Creed: juntos forman una de las duplas más conmovedoras de los últimos años.