La pasión tiene razones que la psiquiatría no entiende
Filmada en 2008 y presentada en España en 2009, donde ganó el premio del Jurado Joven del Festival de Málaga, y en EE.UU. en 2010 como "The House in Bruges", varias veces anunciada y postergada entre nosotros, abruptamente se estrenó ayer esta historia romántica, que no será, quizá, lo mejor de su director, pero es igualmente atendible. El tema, las sugerencias que va proponiendo su historia, la apelación a un tipo de cine capaz de transportar a las almas soñadoras, son atractivos aquí presentes.
El personaje protagónico es una joven guardiana de sala del Museo del Prado. Todos los días laborables, horas y horas sentada frente a un cuadro flamenco del Siglo XVII, donde se ve a una joven de espaldas tocando el clavecín, bajo la mirada de su profesor, también de espaldas.
Ella se siente como esa joven. ¿Acaso no pudo ser ella misma, en otra encarnación? Hasta que un día un visitante se para frente al cuadro igual que el profesor allí pintado, con una mano atrás, exactamente igual. Y la guardiana se desmaya.
No diremos mucho más. Sólo que ese visitante no es un profesor de música, sino un psiquiatra que se interesa en la chica por meras razones de investigación científica.
Está haciendo una tesis sobre obsesiones amatorias sin fundamento. ¿Pero si en una de esas existe un fundamento?
¿Qué historia estaba viviendo aquella pareja de tantos años atrás? ¿Qué historia pueden vivir las dos personas de ahora, el doctor y su terco conejito de Indias, entre la certeza de la imaginación y la incertidumbre de la razón? ¿La razón es más fuerte que la percepción? ¿De veras el amor perfecto sólo existe en la imaginación?
Rodeando a estas dos figuras hay una abuela centrada en la realidad virtual de su computadora, un amigo también psiquiatra volcado al amor hacia una mujer naturalmente exótica (o quizás estemos frente a otra representación), y el misterio de los padres de la joven, que hay que desentrañar para desengañarla o para acompañarla, y un par de sorpresas más, y un viaje a Brujas. Georges Rodenbach situó en esa hermosa ciudad medieval una novela sobre gente que descubre lo que quiere ver, y se enamora. Hugo del Carril leyó esa novela e hizo una de sus mejores historias, la romántica y trágica "Más allá del olvido". ¿Habrá también aquí un desengaño trágico?
Beda Docampo Feijóo es el autor de estos "Amores locos". Acaso el guión resulte mejor que la puesta en escena. El actor se la enfría un poco. En cambio la actriz está exacta en su papel de loca enamorada, con todo lo que corresponde de fragilidad y firmeza. Ella es Irene Visedo, que inmediatamente después protagonizó a la duquesa de Alba en la miniserie "Cayetana". Docampo, en cambio, no hizo ninguna otra película, acaso porque ésta era la número 12 de su filmografía. Pero se volcó a las miniseries por internet.
La primera, sobre otra clase de gente obsesionada: los hinchas del Atlético, cuando ganar algo todavía era un sueño imposible para ellos. Digamos que ambas historias tuvieron un final bastante feliz, dentro de lo que cabe.