Amor eterno
El siempre polémico realizador franco austríaco Michael Haneke hace un cine personal, que no hace concesiones con el público. De ahí el hecho que tenga tantos admiradores como detractores.
En su nuevo trabajo, Amor, nominado al Oscar en el rubro de "mejor película", se aleja del clima de anteriores realizaciones como Funny Games o La cinta blanca y plasma una dura historia sobre la vejez, la enfermedad y el desmoronamiento corporal. Un tema que podría prestarse fácilmente para golpes bajos pero que gracias a la mano de Haneke se eleva a una realidad de tanta crueldad que logra movilizar al espectador.
Para esa tarea cuenta con las labores impresionantes de la dupla protagónica integrada por Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva (nominada como "mejor actriz" para el Oscar) en los golpeados cuerpos de Georges y Anne, un matrimonio de musicos retirados que se niega a envejecer, que sigue su rutina diaria de charlas y desayunos como nadie. Todo hasta que ella comienza a manifestar una desconexión de la realidad que rápidamente la lleva a una parálisis.
El director explora las reacciones, la nueva forma de vida que asume el esposo ante la enfermedad de su amada y cómo se acomodan los interminables minutos de una vida que hasta hace poco parecía al menos tranquila en la convivencia. Otra gran actriz, Isabelle Huppert, encarna a la la hija de ambos.
Lo interesante de esta historia de amor llevada al extremo es cómo empieza (con el cadáver de la anciana encontrado por los bomberos) y áun más cómo termina, con una habilidad maestra del realizador para resolver la trama y con un hecho que sorprenderá al público. Intensa, dura y emocionante son los calificativos que le caben.