Hay dos sensaciones contrapuestas al terminar de ver "Amour".
Y en esas sensaciones encontradas, resuena el nombre de su director, Michael Haneke, quien construyó su carrera cinematográfica con un cine personalísimo, intenso, sumergido en medio de la violencia de la sociedad actual.
Así lo demostraron títulos como "Les temps du loup" visto en Buenos Aires en el BAFICI, sus éxitos comerciales como "Caché - Escondido" con Juliette Binoche y Daniel Auteuil y "La profesora de piano" con el impresionante tour de force de Isabelle Huppert y Benoit Magimel, además de la primer versión de "Funny Games" con una narración eléctrica, transgresora y desfiando todos los límites.
A mi gusto, poco queda en "Amour" de esos rasgos distintivos del cine de Haneke.
Sus marcas, la sequedad en la narración, su mirada personal e impiadosa para con sus criaturas, ya no aparecen en su última película que si bien trata un tema duro y para nada sencillo de abordar, lo hace con una subrayada tendencia en pendular entre mostrar la situación dolorosa en forma descarnada y suavizar compensatoriamente, con una actitud que claramente tiende a un cine destinado a agradarle al gran público. Conjuga esto con una estética mucho menos oscura desde la cual solía construir sus personajes.
A juzgar por la catarata de premios en cuanto festival ha sido mostrada y en la carrera por los Oscars, logrando nominaciones que no son frecuentes para un film europeo -se encuentra nominada a Mejor Película, Mejor Actriz, Mejor Guión y Mejor Director, además del rubro que le hubieses correspondido como Mejor película Extranjera- se ha logrado el objetivo de que el público empatice más con este estilo algo más condescendiente y más piadoso para con los protagonistas. Esto no quiere decir que esta historia de amor esté contada como la receta edulcorada básica ni mucho menos, sólo que sabiendo que Haneke abordaba este tema, su visión descarnada y desencantada de la vida que ya desarrolló en gran parte de su filmografía, hacía presumir una puesta en escena mucho más revulsiva e intensa.
Y cuál es la historia de "Amour"? Georges (Jean-Louis Trintignant) y Anne (Emmanuelle Riva) son una pareja de octogenarios. En el momento en el que Ann sufre un accidente que afecta gravemente a su salud, la pareja comenzará a atravesar una dura prueba.
El paso del tiempo, la enfermedad, el deterioro, la alienación, el enfrentamiento con la muerte y el encierro son algunos de los temas que aparecen en esta historia.
Narrada casi como una crónica detallada de este proceso doloroso desde la cotidianeidad de los protagonistas, el guión va describiendo la fragilidad y el desmoronamiento del mundo interno de la pareja y la dureza del relato reside en el hecho en si mismo más que en la forma en la que se lo aborda.
Se ha elegido una forma de mostrar el dolor pero más en la forma que en el fondo, hasta pareciese que en la superficie aparecen temas duro pero que en el fondo no se quisiese hacer sufrir demasiado ni a sus personajes ni al espectador.
El tema omnipresente de la muerte es en sí mismo una fuerte presencia en la historia, pero hay un cuidadoso registro para que todo quede enmarcardo en un tinte poético y delicado, aún en situaciones en donde supuestamente debiese aparecer la crueldad propia de la situación o de la reacción de los protagonistas.
?
Cualquiera que haya recorrido la filmografía de este director, sabrá que hay un nuevo abordaje en este filme y en la manera de Haneke de presentar este micromundo en donde Georges y Ann discurren sus días, casi en el encierro con alguna mínima interacción con el exterior entre las que se encuentra por ejemplo alguna salida a un espectáculo, la visita de un ex-alumno de Ann o mismo la de la hija de la pareja (otra brillante presencia dentro del filme, la de Isabelle Huppert) tan (auto)excluida del mundo de sus padres, relegada en la pertenenecia a ese micromundo en el que sólo parecen encontrarse cómodos Ann y Georges cuando están solos.
Si uno pudiese hacer abstracción del hecho de tratarse de un film de Haneke, quizás otros serían los comentarios.
Pero lo que más resuena y llama la atención es cómo esta especie de calvario íntimo ante la irrupción de la enfermedad, dentro del que penetramos como voyeurs invitados a este deterioro paulatino que vive la pareja, tiende a ser alivianado con diferentes alegorías de las que Haneke se nutre y que de alguna forma desorientan (como por ejemplo, entre otras, la de la paloma que se intromete en el departamento).
Más allá de todo esto, las actuaciones de estos dos monstruos como Trintignant y Riva, hacen que estos personajes transmitan con total intensidad y una dolorosa credibilidad esta historia.
Ambos dan clases de actuación y seguramente quedarán como una de esas parejas antológicas, tratándose además de dos íconos del cine francés, habiendo participado ambos -mucho más aún Trintignant con la vasta filmografía que tiene en su haber- de films históricos y que han sido puntos de inflexión dentro de la historia del cine.
Ambos trabajan en los detalles, en sus expresiones, en su miradas y la cámara de Haneke los atrapa y hace que sus actuaciones resplandezcan más aún, inclusive cuando la fuerza de la imágen reemplaza a los diálogos.
Isabelle Huppert como la hija, símbolo del exterior que irrumpe en este círculo en el que la pareja ha quedado enclaustrada, casi sin darse cuenta, aborda su personaje de forma directa, completando un trío inmejorable.
"Amour" obviamente quedará en cualquier listado entre las mejores películas del año, pero personalmente, esperaba que Haneke vibrara fielmente a su estilo, con esa impunidad que lo caracteriza para incriminar a sus criaturas, aunque esta vez, evidentemente, prefirió apiadarse de ellas y suavizarse a si mismo. El público, evidentemente, agradecido.