Anexo de Crítica
-Cabe aclarar de antemano que el estreno de este nuevo opus del director Michael Haneke, Amour, sorpresivamente tenido en cuenta por la Academia como mejor película no hablada en inglés y también como mejor película, suscitará todo tipo de polémicas y abrirá falsos debates sobre los límites de la crueldad en el cine, con detractores que tildarán al director de La cinta blanca como oportunista y provocador profesional y otros defensores de su honestidad y coherencia a lo largo de una trayectoria, que más allá de los premios internacionales y el reconocimiento de la crítica, mantiene un grado intacto de estilo ascético, filosofía profunda y enorme conocimiento de la condición humana sin tapujos, ni concesiones o alivios moralizantes como siempre se pretende desde las huestes de Hollywood y su doble discurso constante.
Se bastardea tanto el término arte en cine que cuando surge un verdadero artista como Haneke, quien más allá de sus intenciones como cineasta consigue integrar estética, pensamiento, narración, en un discurso poderoso no en términos visuales sino conceptuales, se cae en la obviedad de analizar sus intenciones a partir de lo que se ve cuando en realidad se debería partir desde lo que se oculta o no se revela.
Amour es una película sobre el deterioro del amor de una pareja de ancianos interpretados por los geniales Jean-Louis Trintignant en el rol de Georges y la nominada Emmanuelle Riva en el papel de Anne.
El progresivo extrañamiento, las etapas de ausencia y el no reconocimiento de su esposo se prolongan en el tiempo en que transcurre entre silencios, tiempos muertos, actos de cuidado, desprecio, cansancio, dolor, angustia, impotencia, culpa y emociones contradictorias arraigadas a lo más profundo de los sentimientos en un in crescendo dramático donde Haneke no especula un segundo con el atajo moralista para mostrar de manera descarnada hasta dónde puede manifestarse el egoísmo o la bondad entendida desde la empatía con el sufrimiento ajeno.
Lo mejor que le podría ocurrir a Amour y a Haneke es no ganar el Óscar como mejor película y sí como película extranjera porque la calidad de sus competidoras salvo la chilena deja bastante que desear. Pablo E. Arahuete (9 puntos).