Al barrio con amor
Las vivencias cotidianas de una cálida enfermera de Berazategui son el foco de atención de Angelita, la doctora (2016), ópera prima de la experimentada directora teatral Helena Tritek.
Angelita (Ana María Picchio) es una enfermera que, por el respeto de los vecinos, se ganó el trato de “doctora”. Ella es cándida, amable, atenta; nada parece alterarla y, si algún paciente tiene mal humor, con sus apreciaciones y su actitud logra revertir ese estado de ánimo. Angelita tiene un hijo joven (Chino Darín), poco interesado en el estudio y en el trabajo; la principal preocupación de su madre, quien no para de recordarle que, a su edad, ya tendría que estar forjándose un porvenir.
Opus uno de la directora de teatro Helena Tritek, Angelita, la doctora, sigue por los andariveles del costumbrismo, con un guión construido a partir de esquemas ya muy transitados. El modelo más difundido es el de Amelie, con una estructura coral pero centrada en las vivencias de un personaje inobjetable, noble, empático. Si bien Angelita es el centro del film, a su alrededor gravitan personajes que cargan con sus propios dramas (la pareja de ancianos, con él que protesta por todo; el abuelo que se desentiende con su perro hasta que lo pierde y descubre el sentido de su compañía; el niño que pasa sus tardes solo y que juega con la enfermera…). A todos ellos les brinda su compañía y profesionalismo. No hay una sola escena en donde se muestre la recepción de su paga.
El cine, se sabe, debe analizarse por sus resultados y no por sus objetivos. La película de Tritek tiene objetivos claros: emocionar, revisitar el espacio barrial, proponer un mapa sentimental del conurbano. Percibida a través de esos elementos, quien escribe estas líneas ha visto en un cine colmado una celebrada recepción por parte de un público eminentemente mayor de edad, identificado con esos sentimientos de añoranza y bonhomía que Angelita, la doctora grafica durante todo el metraje. En buena medida, los defectos se deben a la sobreexposición de esos sentimientos: la banda sonora con escasos matices, la reiteración de determinadas secuencias dramáticas; incluso algunas participaciones que aportan más un “comentario” que un avance en términos de drama (la vendedora de aves de Norma Aleandro, quien en voz en off emite metáforas sobre sus criaturas y los humanos). Por otra parte, recién hacia la mitad comienzan a avanzar los conflictos; algunos no muy profundizados, otros mejor abordados. Queda en la secuencia final la nobleza de una actriz; un primer plano en donde el cine aparece en su mejor forma.