Si algo hay que aplaudirle al equipo técnico detrás de The Angry Birds Movie es el haber enrollado alrededor del popular videojuego una narrativa asequible para disfrutar de la variopinta población pájara en pantalla. No es una locura de historia, sino un mero entretenimiento pasatista para que la platea más pequeña disfrute de sus personajes favoritos, ahora con una voz propia para hacer algo más que destruir cosas.
Mi nulo conocimiento de los coloridos plumíferos -exceptuando el famoso primer juego- me tenía en sombras sobre una franquicia con un puñado importante de juegos en diferentes plataformas, así que era imposible tener idea sobre el alcance de la saga. El debut cinematográfico de Clay Kaytis y Fergal Reilly sobresale en el terreno donde los directores tienen confianza, la estupenda animación, pero tambalea frente a construir un espectáculo que resulte duradero de acá a unos meses, por no decir años. El guión de Jon Vitti -uno de los tantos escritores de The Simpsons Movie y las dos primeras entregas de Alvin and the Chipmunks- les da dimensión a los personajes que pueblan el mundo donde ocurre la acción, pero se pierde en el conflicto que desata el enojo del título en los pájaros.
Red -un siempre genial Jason Sudeikis en la voz original- es un extraño en su propio pueblo, con un agudo problema de ira que no deja de chocar con otros vecinos y lo lleva a ser un paria en la alegre sociedad. Empujado a clases de manejo de su enojo, es ahí donde conoce a compañeros aún más conflictuados que él, como el acelerado Chuck o el simpático pero explosivo Bomb, y hasta el misterioso gigantón Terrence. La aparición de un barco con un par de curiosos cerdos verdes a bordo tiene ecos de descubrimiento de un nuevo mundo para ambos bandos, pero su llegada trae consigo más peligro de lo que las aves imaginan. El tiempo que le lleva a Angry Birds el establecer el lugar donde ocurre la acción, y a todo un poblado con sus respectivas características, es lo mejor que tiene para ofrecer la película. El trío de inusuales protagonistas tiene una aventura increíble, pero el momento de la acción, el ataque de los pájaros furiosos, llega y en comparación con toda la construcción de la historia, no tiene tiempo suficiente para ser desarrollada. Es sabido que si uno quiere lo que ofrece el juego, mas vale jugarlo en casa y ya, pero estamos hablando de un producto apuntado a los pequeños, que tienen en vista un solo objetivo: ver a los pájaros volar y destruir cosas.
Los pequeños no se van a aburrir, la película dura lo justo y necesario, pero se toma su buen tiempo en llegar a destino y aún así las escenas -con brillante animación y todo- no tienen todo el peso que deberían tener. Si además contamos que la película es apta para todo público pero tiene una cantidad ingente de chistes de doble sentido, a veces demasiados, para los adultos que acompañen a los chicos, el resultado es un cóctel entretenido pero peligrosamente ligero, disfrutable al momento pero con poco valor de reproducción a futuro.